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19 de abril de 2024

Vidas ejemplaresLuis Ventoso

El extraño catolicismo de Biden

Es incongruente considerarte católico y saltar como un resorte en defensa del aborto

Actualizada 12:35

En España estamos tan acostumbrados a vivir bajo una intensa campaña de ideologización «progresista» que para buena parte del público todos sus postulados son «lo normal». El resultado es que a veces se produce lo que podríamos denominar la normalización de lo anormal. Ocurre por ejemplo con el debate del aborto, práctica tremebunda, que sin embargo una gran parte de la sociedad española tiende a considerar «normal».
Pero si nos abstraemos por un instante del imperio mental de la izquierda, si alzamos un poco la mirada, lo que veremos es que en muchísimos países el timón moral comienza a virar. En Estados Unidos, Polonia, Hungría, México… existe un fuerte movimiento provida, que está haciendo valer algo que resulta obvio: matar al nasciturus es injustificable.
Mi modesto pronóstico es que si tengo la suerte de no palmarla pronto, de vivir unos cuantos años más, veré llegar el día en que la posición contraria al aborto será la dominante, se convertirá en la nueva –y justa– normalidad. Y es que como ha explicado alguna vez el Papa Francisco, este debate trasciende incluso lo religioso. Seas o no creyente, cualquier ser humano con la conciencia en su sitio que vea una ecografía, con ese nivel de detalle técnico que hoy presentan, entiende a golpe de vista que matar a ese ser resulta inaceptable.
En el marco de esa ola en alza a favor de la vida, el Tribunal Supremo de Estados Unidos está dando pasos para revisar su decisión de 1973 que hizo legal el aborto, el celebérrimo caso «Roe contra Wade». Cinco de los nueve magistrados del Supremo estarían ahora a favor de que se revierta aquella decisión y que cada estado pase a decidir si permite o no el aborto. La decisión ha desatado la alegría de los estadounidenses que apoyan la causa de la vida. También las protestas airadas de los partidarios del aborto, a quienes ha dado rápidamente la razón el presidente Biden, con el argumento de que «el derecho a elegir de la mujer es fundamental». Un latiguillo de la izquierda que elude la gran pregunta moral de fondo: ¿ese «derecho a elegir» justifica poder matar al nasciturus? ¿La defensa del libre albedrío de la mujer da carta blanca para matar al ser humano que alberga?
Joseph Robinette Biden Jr., de 79 años y ancestros irlandeses, es el segundo presidente católico de Estados Unidos, tras JFK. Biden acude a misa cada fin de semana, los sábados a la tarde o el domingo por la mañana, en la iglesia Holy Trinity de Washington, el mismo templo al que asistía Kennedy. El actual presidente tiene su catolicismo a gala. Suele santiguarse en público y el día de su toma de posesión fue a rezar a la mañana a su iglesia. Pero su posición ante el aborto resulta contradictoria con su fe. Declararte partidario del aborto y católico al tiempo supone un oxímoron indigerible, por eso parte del clero estadounidense demanda que no se le permita recibir la eucaristía mientras mantenga tal posicionamiento.
La Iglesia católica tiene sus principios, sagrados para quienes libremente nos consideramos creyentes, y hacer un corta y pega quedándote solo con lo que te gusta, o con lo que te viene bien para tus intereses políticos, no parece de recibo. Biden sabe que el grueso del electorado demócrata es partidario del aborto. Así que llegado ese debate opta por guardar su catolicismo en el cajón para preservar sus votos. Hace unos años, sin embargo, declaraba que el fallo del caso «Roe contra Wade» había ido «demasiado lejos».
Si te gusta zamparte chuletones no te metes en un club de vegetarianos, y si eres militante antitabaco no te asocias a un club de fumadores. Son pautas de coherencia elemental, pero cada vez se estilan menos. Ya saben, como dijo Marx (el bueno): «Estos son mis principios, pero si no les gustan, tengo otros…». Y así va el mundo.
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