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25 de abril de 2024

Perro come perroAntonio R. Naranjo

RTVE y las 'escort' de lujo

El asalto a RTVE es similar al del Poder Judicial o al del CIS. Pero, además, es un negocio para las acompañantes caras de Zapatero y de Sánchez

Actualizada 01:30

De RTVE echaron a mi amigo Víctor Arribas tras presentar dos años La Noche en 24 horas, con más audiencia que todos sus predecesores y sucesores y una evidencia recogida en los informes internos de la corporación: el muy periodista, felizmente ahora en Telemadrid, había sido escrupuloso en la pluralidad de invitados y contertulios, ciñéndose incluso a cuotas parlamentarias que no deberían pedirse en un programa de televisión donde han de mandar la actualidad, la sapiencia y el interés.
También nos fumigaron a unos cuantos de las escasísimas tertulias a las que, con el PP y sin él, nos invitaban ocasionalmente. Era la misma época en que Sánchez hizo coincidir su investidura con el despido de Antonio Caño de la dirección de El País, que fue un ejemplo de periódico progresista por oponerse al delirio sanchista de pactar con el separatismo; y el nombramiento de Sol Gallego Díaz para el cargo.
Para terminar de dejar claro quién mandaba y cómo mandaba, designó a Rosa María Mateo como administradora única del ente público, en su primer real decreto de la larga lista que acumula desde entonces, sólo superada por la de resoluciones en su contra del Consejo de Transparencia, del Tribunal Constitucional y hasta de la Audiencia Nacional.
Aunque la obsesión de Pablo Iglesias por los medios de comunicación y los periodistas es más notoria y burda, como la de todo buen comunista, la de Sánchez no es menos intensa y es bastante más ejecutiva: Iglesias no cree en la libertad de prensa, impulsa campañas de persecución contra profesionales imprescindibles como Herrera, Vallés o Alsina; prohibiría los medios privados, enviaría a un gulag a los periodistas desafectos y, además, haría lo imposible por convertir La Tuerka en un grupo de comunicación de masas bajo el paraguas de Jaume Roures.
Y Pedro Sánchez, también.
La dimisión de Pérez Tornero como presidente de RTVE, fusilado al alba pese a sus buenas intenciones y su sincero deseo inicial de abandonar las trincheras excavadas en el pasado, es la prueba definitiva de la pasión totalitaria de Sánchez, que no aspira a cambiar la realidad: se conforma con simular una paralela y dedica todos sus desvelos a que ése sea el relato que proyecte la televisión, gran conformadora de la opinión pública a golpe de imágenes y frases hechas repetidas hasta la náusea.
RTVE es lo mismo para Sánchez que el CIS, el Poder Judicial, la Fiscalía General o la Abogacía del Estado: un enemigo a abatir si no se rinde y una herramienta a su servicio cuando culmina el asalto.
Pero también es un negocio, que ha engordado las cuentas corrientes de no pocas productoras elegidas con mimo y de unos cuantos «emprendedores» casualmente exitosos por su afinidad con Zapatero: basta con cruzar la facturación histórica del ente público con las concesiones de licencias administrativas en su día para llegar a la conclusión, evidente hasta para un párvulo, del intercambio de favores económicos y políticos que rige en España para unos cuantos en este estratégico sector.
Y si a todo ello le añades el reciente permiso gubernamental a Prisa para entrar en el Consejo de Administración de Indra, una empresa clave en muchos ámbitos entre los cuales figuran los procesos electorales, no hace falta ser muy sabio para aplicarse el viejo aforismo de Walter Cronkite y concluir que si esto anda como un pato, nada como un pato y vuela como un pato, probablemente sea un pato.
Asistimos en directo a la desaparición de la separación de poderes; al abordaje político hasta del último rincón del Estado; a la conquista del espacio televisivo público y a la criminalización del disidente, que es clave para medir la salud de una democracia, como decía esa experta en chimpancés tan conocedora de los humanos que es Jane Goodall.
Pero también, y de esto hablamos menos, de cómo unos cuántos se están forrando a oscuras en el país con menos opciones para salir pronto de la peor crisis sufrida desde la Guerra Civil. Ahora que van a prohibir la prostitución, quizá pudieran empezar por el selecto gremio de las escort de lujo. Muy caras sí, pero muy eficaces.
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