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18 de abril de 2024

HorizonteRamón Pérez-Maura

A 'Napoleonchu' se le revuelve el patio

Consuelo Femenía Guardiola es diplomática de carrera; su principal mérito para llegar a una embajada como la de la capital holandesa es poder estar cerca de su marido que es astronauta, tiene su puesto de trabajo allí en la Agencia Espacial Europea, se llama Pedro Duque y fue ministro con Sánchez hasta julio de 2021

Actualizada 01:30

Con todo lo que está ocurriendo en España y Europa en esta hora, también es mala suerte que una embajadora de la máxima confianza del ministro Albares, más conocido como Napoleonchu, haya acabado en los papeles. Albares tiene una crisis abierta con Marruecos donde el fracaso de la última Reunión de Alto Nivel ha sido de las que marcan época. En el sentido literal de la expresión. En la guerra de Ucrania se nos sigue viendo el plumero a diario mientras intentamos hacernos pasar por entusiastas seguidores de Ucrania y continuamos saltándonos los embargos y comprando gas a Rusia. Gas que importamos por vía marítima. Y por mencionar sólo un caso más, hemos asistido casi impávidos a la expulsión de doscientos nicaragüenses a los que se ha violado los derechos humanos más básicos retirándoles la nacionalidad y España sólo se ha ofrecido a darles pasaporte y acogerlos cuando ya los había recibido Estados Unidos. Para algunos, viendo cómo es nuestra política exterior en la zona, es imposible no recordar a Perico de Arístegui al frente de aquella embajada en 1979 cuando era presidente del Gobierno Adolfo Suárez y ministro de Exteriores Marcelino Oreja. Y quiero recordar a Arístegui porque en ese momento en que España era un país que salía de la dictadura, que todavía éramos unos parias y que según la nueva Ley de Memoria Democrática Oreja –y José Pedro Pérez Llorca– deberían ser borrados del escalafón ministerial, España, insisto, jugaba tal papel en Nicaragua que en el traspaso de poderes entre Tachito Somoza y la Junta de Gobierno de Reconstrucción Nacional sandinista, encabezada ya entonces por el actual dictador, Daniel Ortega, se ofreció al embajador de España ser presidente del país durante unas horas para hacer el traspaso de poderes; en lugar de que a Somoza lo sucediera por unas horas su vicepresidente, Francisco Urcuyo antes de huir a Guatemala.
La débil España, que no era nadie entonces en la escena internacional, protagonizó aquella transición. La poderosa España de Sánchez y Napoleonchu sólo alcanza a ofrecer a los nicaragüenses enviados al exilio lo que ya les ha dado Estados Unidos. No paramos de mejorar.
Entre tanto, Napoleonchu tiene un desaguisado serio en la embajada de España en los Países Bajos. Lo de La Haya es grave porque allí hay un personal complejo. El segundo de la embajada es Jorge Ávila, a quien se atribuye un carácter difícil. Y entre los miembros del personal no diplomático destaca Luis Tejero, cuyo historial de conflictos es relevante. Con este personal se ha tenido que enfrentar la embajadora nombrada por Napoleonchu, Consuelo Femenía Guardiola, diplomática de carrera, cuyo principal mérito para llegar a una embajada como la de la capital holandesa es poder estar cerca de su marido. Ya fue destinada a esa capital en 1999 como consejera de embajada por las mismas razones que ahora: para estar cerca de su consorte, que es astronauta, tiene su puesto de trabajo allí en la Agencia Espacial Europea, se llama Pedro Duque y fue ministro con Sánchez hasta julio de 2021. Así que en febrero de 2022 Femenía fue nombrada embajadora en La Haya sabiendo cuál era el personal que tenía allí. Pero Napoleonchu no se fija en esos detalles.
Napoleonchu ha nombrado 15 embajadores de grado recientemente. Antiguamente había bastantes diplomáticos que llegaban a ser designados en algún destino como embajador, pero que no alcanzaban ese grado en el escalafón. Ahora parece habitual ser embajador sin haber ejercido nunca el puesto. Especialmente cuando Napoleonchu complementa los criterios de mérito y antigüedad con los de la condición sexual y el grado de amistad con el ministro. Y a mí me sorprende mucho que algunos de los recién nombrados tengan más mérito para ascender a embajador de grado que, por ejemplo, Alfonso Dastis, hoy embajador en Budapest, ayer embajador en Roma, anteayer ministro de Asuntos Exteriores después de haber ocupado otras embajadas ante la UE y también Holanda. Pero ya se sabe que los criterios profesionales de Napoleonchu son singulares.
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