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24 de abril de 2024

HorizonteRamón Pérez-Maura

No paramos de mejorar –un día más

Suena raro, raro, que el «jefe de Inspección y Tecnología de Vía» sea el responsable de los vagones. Es como si el ministro de Fomento, que hace las carreteras, fuera también el responsable de los coches que circulan sobre ellas. Raro, rarísimo

Actualizada 01:30

El Gobierno Sánchez no tuvo ayer su mejor jornada laboral. Va a ser que la extrema derecha que campa por sus anchas en este país –también conocido como España– le tiene tirria. Ayer contradijo al Ministerio de Cultura el Tribunal Supremo que estimó el recurso de la Fundación Toro de Lidia contra la exclusión de las actividades taurinas de las que pueden acogerse al bono cultural joven de 400 euros. Esto debe ser una manifestación más del animalismo mal entendido que predomina en este Gobierno. Pero es también una marginación de un sector relevante de nuestra economía y nuestra cultura que el ministro Iceta tendrá que justificar para poder mantener la exclusión de la tauromaquia de ese bono cultural.
Tampoco tendrá consecuencias para ningún miembro del Gobierno socialcomunista de España ni para los del Gobierno regionalista-socialista de Cantabria o el socialista de Asturias la infinita picia de los trenes que no entran en los túneles. Han conseguido encontrar dos cabezas de turco: el jefe de Inspección y Tecnología de Vía de la Administración de Infraestructuras Ferroviarias (ADIF) y el responsable de Gestión de Material en Renfe. Era difícil encontrar alguien menos relevante para correr con la responsabilidad de los 258 millones de euros mal gastados en esta chapuza. Pero me reconocerán ustedes que, sin saber cómo se distribuyen las competencias en ADIF, suena raro, raro, que el «jefe de Inspección y Tecnología de Vía» sea el responsable de los vagones. Es como si el ministro de Fomento, que hace las carreteras, fuera también el responsable de los coches que circulan sobre ellas. Raro, rarísimo. Y en Renfe le han echado la culpa al responsable de «Gestión de Material». Yo tampoco sé cómo funciona Renfe, pero en cualquier empresa del mundo el responsable de gestión del material es el que lo supervisa una vez que lo recibe. No el que lo encarga y vigila su proceso de producción. Todavía más raro. Y con todo esto queda excluido de cualquier responsabilidad Isaías Táboas, el presidente de Renfe que cobra 173.884,76 euros al año y que como principal mérito curricular para desempeñar este cargo tiene el de ser amigo del presidente del Gobierno. Y eso es una coraza que te hace inmune frente a cualquier error que la maledicente prensa te pueda atribuir.
No digamos cuando hablamos de posibles delitos como el que El Debate ha publicado respecto al aval de 4,3 millones de euros que dio Calviño al constructor que pagó con dinero negro la campaña del PSOE en Valencia. Para la vicepresidenta la información es falsa por proceder de este periódico. También lo era la del nombramiento de su marido en Patrimonio Nacional y, al final, tuvo que renunciar a la prebenda.
Y qué decir de la reforma de la ley del 'solo sí es sí'. En un caso sin precedentes en la democracia occidental, el Gobierno de Sánchez ha conseguido tener una crisis que ha forzado la reforma de una ley que él mismo había presentado como ejemplar y un modelo a copiar en nuestro entorno político. Una vez que ni el propio adalid de la mentira en la vida pública podía seguir amparándose en sus falsedades para intentar mantener la cara, el PSOE ha presentado solo la reforma de la ley que defendió públicamente el propio Sánchez. Pero no ha podido defenestrar a ningún miembro de su Gobierno porque en contra del lenguaje oficial –tan falso y tan perverso– Sánchez no encabeza un Gobierno de coalición. Sánchez es el jefe de un Gobierno de cuotas. Y las cuotas que corresponden a los comunistas de Podemos escapan totalmente al control del presidente del Gobierno. El sector comunista del Gobierno puede hacer lo que le dé la gana. Y Sánchez no puede destituirlos.
La democracia en España. Año de Gracia de 2023 y no paramos de mejorar.
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