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19 de abril de 2024

HorizonteRamón Pérez-Maura

¿Por dónde tiene Mohamed agarrado a Sánchez?

El ridículo del presidente del Gobierno acudiendo a una Reunión de Alto Nivel en la que el Monarca alauí no lo recibe es de aurora boreal

Actualizada 01:25

Hace mucho tiempo que tengo confesada mi admiración por el Rey de Marruecos, Mohamed VI. No es mi reconocimiento como ciudadano español, evidentemente. Es mi encendido elogio como observador internacional por su eficaz defensa de los intereses de su país. Que es lo primero que debe hacer un jefe de Estado. Y a fe que Mohamed VI es un excelente defensor y también promotor de los intereses de su Reino. He podido comprobarlo durante un cuarto de siglo, desde que el 9 de mayo de 1997 me concedió la primera entrevista política que dio en su vida. Fue en el palacio de Les Sablons, en Rabat. Estuve una semana esperando a ser recibido y hablando con sus asesores sobre lo que yo quería preguntar al entonces Príncipe. Recuerdo que me encontré en esos días con el embajador Alfonso de la Serna, que acudía a una sesión de la Academia del Reino de Marruecos y me dio sabios consejos. Aquella espera se demoraba sin fin hasta que el sabio André Azoulay, el gran consejero judío de Hassán II, me insinuó con medias palabras que yo podía abordar con el entonces Príncipe Heredero los temas que quisiera. Sin excepción: derechos humanos, el Sahara, la pesca, Ceuta y Melilla, la inmigración. Lo que fuese. Pero que la única limitación era que la formulación de mis preguntas no implicase que el Príncipe tuviera que hacer en su respuesta un juicio del reinado de su padre. Comprendido esto, en 24 horas había hecho la entrevista para ABC y estaba volando de vuelta a España.
Con el entonces Príncipe Heredero de Marruecos, en el palacio de Les Sablons, el 9 de mayo de 1997.

Con el entonces Príncipe Heredero de Marruecos, en el palacio de Les Sablons, el 9 de mayo de 1997

Desde esa posición de defensa integral de su Reino y ante la debilidad del jefe del Gobierno español, el Rey de Marruecos ha vuelto a humillar, una vez más, a España. En una relación que es un pulso constante, España no se puede dejar meter estos goles. Tenemos en Marruecos a un embajador excepcional, Ricardo Díaz-Hotchleiner, y supongo que unos servicios de información que deberían tener capacidad para saber que el Rey Mohamed VI lleva en Gabón desde el 25 de diciembre. Y que el ridículo del presidente del Gobierno español acudiendo a una Reunión de Alto Nivel en la que el Monarca no lo va a ver es de aurora boreal. Y encima Mohamed VI le dice que venga otro día en visita oficial ¡y Sánchez dice que sí! ¿Se puede tener menos dignidad? Es cierto que el par del Rey de Marruecos no es el presidente del Gobierno. Lo es el Rey de España. Pero sabemos que el Rey de Marruecos tiene un poder ejecutivo que no tiene Felipe VI y que la palabra última en casi todas las políticas de Marruecos la tiene el Rey. O, para ser más exactos, el Rey puede frenar casi cualquier iniciativa política o legislativa.
La gran cuestión detrás de todo esto es, como preguntamos hoy en el editorial de El Debate, qué se esconde detrás de la sumisión humillante de Pedro Sánchez al Rey de Marruecos. Cómo es posible que haya aceptado ir a esta Reunión de Alto Nivel no teniendo cerrada la audiencia con el Monarca. Por qué se ha producido el cambio radical en la posición española en la cuestión del Sahara. Quede claro que yo creo que España ha adoptado en el Sahara la única posición posible. Pero esos cambios se dan con algo como contraprestación. Y España, a cambio de conceder una inmensa victoria política a Marruecos, no ha conseguido nada. ¿Por dónde tiene el Rey de Marruecos agarrado al presidente del Gobierno español?
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