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HorizonteRamón Pérez-Maura

La mejor directora de la Guardia Civil

Que el ministro del Interior defenestró –en el sentido literal, tiró por la ventana– al duque de Ahumada más que nada porque aquel reunía todo lo malo que podía acumular: no era mujer, era duque y no era nada progresista. ¡Dónde vas a comparar con María Gámez!

Actualizada 01:30

Marlaska, antaño Grande-Marlaska, despachó el pasado miércoles la dimisión forzada de la directora de la Guardia Civil, María Gámez, diciendo que «María Gámez ha sido, sin duda alguna, la mejor dirigente de la Guardia Civil en los 178 años de historia. Ha sabido transformarla hasta convertirla en la institución moderna y avanzada que es hoy». Eso se llama una declaración matizada, llena de rigor. Declaración con la que el ministro del Interior defenestró –en el sentido literal, tiró por la ventana– al duque de Ahumada más que nada porque aquel reunía todo lo malo que podía acumular: no era mujer, era duque y no era nada progresista. ¡Dónde vas a comparar con María Gámez!

Así las cosas, cabe imaginar que Marlaska no fuese ajeno a la sorprendente decisión de que María Gámez anunciara su dimisión por razones personales –«para defender a mi familia»– rodeada de los altos mandos de la Guardia Civil de uniforme. Eso sólo ocurre en las repúblicas bananeras. Hay quien cree que el anuncio de Gámez dinamitó el éxito de Sánchez con la votación final de la moción de censura. Yo más bien creo que fue exactamente al revés. Se programó la dimisión para casi coincidir con la votación de forma que se tapara la noticia lo más posible. No había ninguna necesidad de anunciarlo en ese minuto. Se podía incluso haber esperado al jueves si se quería reservar a Sánchez un minuto de gloria. Pero sabían ya que había demasiada basura en esta segunda directora de la Guardia Civil que le dimite a un presidente del Gobierno del PSOE por un caso de corrupción.

A quienes comentan estos días que aquí hay algo más, les aconsejo que lean con detalle las crónicas de Alejandro Entrambasaguas en El Debate. Todo se va viendo con claridad: su marido obtenía ingresos que parecen ilegales y ella compraba pisos con ese dinero. No sé si recordarán ustedes la dimisión de la ministra de Sanidad del PP Ana Mato. Fue forzada a presentar la renuncia porque su marido, Jesús Sepúlveda, tenía un deportivo en el garaje de su casa que le había sido regalado en la trama Gürtel. Y como ella dijo no saber de dónde había sacado el dinero su cónyuge se armó un escándalo que llevó a su salida del Gobierno. La gravedad de aquel caso no pasa de ser en realidad anecdótica en comparación con lo de Gámez. Porque el deportivo de Sepúlveda era de Sepúlveda, no de Mato. Y en el caso de Gámez, ya vamos por dos pisos que compró ella con el dinero que le daba su marido. Y que supongo que le tendría que preguntar de dónde salía el dinero con el que ella adquiría las viviendas. Es decir, los pisos, uno de los cuales pagó en efectivo, eran legalmente de ella, no de su marido. Y sospecho que los pisos implicaban bastante más desembolso que el deportivo de Sepúlveda.

Pero, como siempre, la hipocresía de este Gobierno se supera cada día. Vayámonos preparando, porque Marlaska todavía es capaz de nombrar «directora honoraria» de la Guardia Civil a María Gámez. Y el nombramiento tendría lógica si él de verdad cree que ella ha sido «la mejor dirigente de la Guardia Civil en 178 años de historia». Ánimo ministro, valor y al toro.

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