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25 de abril de 2024

HorizonteRamón Pérez-Maura

Se están cargando el sistema

El PSOE ha intentado distraer la atención con casos de corrupción paralelos a este de Tito Berni, pero la gravedad de la trama canaria se pone de manifiesto precisamente por esta destrucción de pruebas que se ha perpetrado bajo la Presidencia de Meritxell Batet

Actualizada 17:57

La información publicada ayer por El Debate sobre cómo la presidenta del Congreso de los Diputados ha propiciado una destrucción de pruebas de las visitas que recibió Tito Berni en la Cámara es de una enorme gravedad. Porque la propia Meritxell Batet presidía el congreso de los Diputados cuando en 2020 se aprobó un Código de Conducta de las Cortes Generales con el objetivo –según se especifica en el mismo código– de garantizar la «ejemplaridad y transparencia» de la conducta de diputados y senadores y que «ha de responder a los más exigentes imperativos éticos».
Sobre la ética de Tito Berni, no parece necesario aportar muchos datos. Pero empezamos a descubrir lo que ya parecía verse cuando estalló este escándalo. Batet permitió el cierre del despacho de Berni cuando él ya había renunciado al escaño. Desde el momento en que Berni perdió su acta, ese despacho ya no tenía ningún privilegio por que no pertenecía a ningún parlamentario hasta que fuese adjudicado a otro. Cerrarlo con llave ya era un aviso del oscurantismo con que Batet iba a tratar este caso. Ella sabía que era necesario tapar algo. Y quien encubre una corrupción desde una de las más altas magistraturas del Estado es plenamente partícipe de ella.
Ahora ya hemos entrado en una nueva fase con la destrucción de pruebas. En un no aforado ese delito podría llevar a la cárcel. Cosa que es imposible en quien preside las Cortes Generales. Pero lo menos que cabría esperar es que tuviese alguna consecuencia política para quien perpetra esa tropelía. Uno de los pilares de una democracia es la transparencia y en el caso de Tito Berni es tanto y tan sucio todo lo que afecta a esa trama de corrupción que lo menos malo para sus propios intereses que podría hacer el PSOE es quitarse de encima a todos los que estuvieron involucrados en la trama. Pero eso puede amenazar a muy altos dirigentes del partido y del grupo parlamentario. Y esos se están defendiendo con la faca en la mano y blandiéndola sin pudor.
El PSOE ha intentado distraer la atención con casos de corrupción paralelos a este de Tito Berni, pero la gravedad de la trama canaria se pone de manifiesto precisamente por esta destrucción de pruebas que se ha perpetrado bajo la Presidencia de Batet. Esa izquierda que daba lecciones de ética y moral a todo el mundo es la que ahora apoya a un PSOE que va a dejar la trama de los eres como un asunto menor. Un PSOE que consiguió nombrar director de la Guardia Civil a Luis Roldán y después a María Gámez en la que se da la infeliz coincidencia del dinero de los ERE y haber ocupado el cargo que ensució Roldán.
Las prácticas de militantes socialistas han manchado dos veces el buen nombre de la Guardia Civil. Evidentemente no el de sus miembros, pero sí el del instituto armado porque los muchos enemigos que tiene la benemérita en ciertas regiones de España confunden con plena intención las actitudes de estos directores y el buen nombre del cuerpo. Y ahora, la actuación de Batet va a conseguir que la imagen que tiene la ciudadanía del Congreso de los Diputados y de sus miembros sea todavía peor de lo que ya es. Que ya es decir. Este Gobierno se está cargando el sistema. Imagínense lo que es dinamitar la credibilidad del Congreso de los Diputados y el buen nombre de la Guardia Civil. Van a por ello. Al trote.
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