1 de mayo y el choteo de los sindicatos
Mientras aumenta la pobreza de los trabajadores españoles se dedican a tocar la lira al servicio de un Gobierno amigo que les ha subido las subvenciones
No hay nada que descoyunte más las sociedades que un sostenido retroceso económico, y eso es lo que le está ocurriendo a los países occidentales desde finales del siglo XX. La razón es sencilla: nos ha tocado vivir en una era en que la prosperidad se está mudando a Asia. Cuando la burra no anda se pierde la fe en el progreso de las familias y las naciones y repuntan los populismos milagreros, que ofertan crecepelos mágicos para salir de inmediato del hoyo.
La dantesca Segunda Guerra Mundial supuso el ejemplo mayúsculo de aquello que el gran economista austríaco Schumpeter dio en llamar un proceso de «destrucción creativa». El mundo había quedado hecho puré y tocaba reconstruirlo. Cuando Occidente se puso manos a la obra comenzó un alentador progreso económico. En los años cincuenta, sesenta y parte de los setenta se iba cumpliendo la promesa de una mejora constante en las condiciones de vida de las amplias clases medias. Los salarios y la capacidad adquisitiva mejoraban y se daba por descontado que los hijos vivirían mejor que los padres. Hoy ese círculo virtuoso se ha roto. Ha aumentado la desigualdad, en parte porque la nueva economía digital es menos distributiva, y el ascensor social se está trabando. Si a ese retroceso occidental se le añaden de propina unas obsoletas recetas socialistas, pues apaga y vámonos.
Mientras soportamos a un súper ego jactándose de lo bien que lo hace, un mandatario que vuela de mitin en mitin con el Falcon que le pagamos todos, la verdad es que los españoles vivimos cada vez peor. Somos, según los datos que acaba de publicar la OCDE, la economía de los grandes países de la zona euro donde más cae el poder adquisitivo (-5,3 % el año pasado). Desde que llegó Sánchez también hemos retrocedido cinco puestos en PIB per cápita en paridad de poder adquisitivo y hoy nos superan potencias como Malta, Chipre, Estonia y Letonia. Somos cada vez más pobres y además soportamos una de las mayores cargas fiscales en proporción a nuestros ingresos. La deuda y el déficit crecen como cohetes, comprometiendo el futuro de los que hoy son jóvenes, y el sistema de pensiones peligra. El 60 % de los asalariados cobran menos que los pensionistas que se acaban de jubilar; un dato demoledor, que lo dice todo. ¿Son éxitos como para pavonearse?
Hoy se celebra el 1 de mayo, la fiesta del trabajo, el día de las marchas rituales de los sindicatos. La España que gobiernan socialistas y comunistas es la líder en paro de la UE, con 3,1 millones de desempleados. Hay ya más de un millón de hogares con todos sin trabajo y lideramos el desempleo juvenil en Europa. Tan tétrico balance se logra a pesar de que Yolanda Díaz está trucando los datos con una nueva semántica tramposa, que disfraza a parados como empleados.
¿Qué hacen nuestros sindicatos clásicos, UGT y CC. OO., ante el empobrecimiento que están sufriendo los trabajadores españoles? Nada. Mientras en Francia o el Reino Unido se viven fuertes movilizaciones en defensa de la capacidad adquisitiva de los asalariados, aquí Pepe el de los fulares –un asturiano reconvertido en nacionalista catalán– y Unai Sordo se dedican a tocar la lira. Se inhiben por afinidad sectaria con Sánchez y porque el régimen se ha cuidado de aumentarles sus subvenciones a fin de comprar su abulia. ¡Seis ministros de un Gobierno que ha empobrecido a la población hoy ufanos en las marchas de UGT y CC. OO.! El chiste supremo de nuestros sindicatos.
Si las encuestas no mienten, Sánchez perderá el poder en las próximas elecciones generales. Será entonces cuando los sindicatos y las televisiones zurdas se desperecen y se acuerden súbitamente del machaque que han sufrido las clases medias. En cuanto llegue la derecha al poder arderá la calle.
(PD: En Cuba la dictadura ha suspendido los fastos del 1 de mayo porque no hay combustible. Siempre un éxito el socialismo).
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