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29 de abril de 2024

Cosas que pasanAlfonso Ussía

La despeinada

Es mujer sonriente, eso sí, pero algunos de los que trabajan con ella y para ella aseguran que la sonrisa es una máscara que oculta un temperamento volcánico

Actualizada 01:30

Teresa Ribera es la ministra de los Lobos y la Transición Ecológica. La que siempre parece despeinada. Creo que tengo el derecho constitucional de afirmar que no me gusta. Ni en las peores circunstancias me habría casado con ella, porque no puede resultar agradable ni atractivo ni cautivador, convivir con una persona con aspecto de recién levantada de la cama. Es mujer sonriente, eso sí, pero algunos de los que trabajan con ella y para ella aseguran que la sonrisa es una máscara que oculta un temperamento volcánico. Ama a los lobos y aborrece a los pantanos y los embalses. Lo de los lobos está bien siempre que se ame con parecido frenesí a los ganaderos. Pero lo de los embalses resulta más preocupante. Sin ellos, el suelo de España estaría cuarteado por la sed, pero le han dicho que Franco ordenó construir centenares de pantanos, y la señora ministra ha decidido derribar toda su obra. Sus asesores ecologistas desean recuperar algunas hierbecitas que nacen en los márgenes de nuestros ríos. Entre esas hierbecitas viven y se alojan los sapos parteros y las ranas comunes, y esos alojamientos justifican que se eliminen los pantanos para asegurar la supervivencia de tan fundamentales bichos, que no están en peligro de extinción porque esas hierbecitas también surgen de la tierra en las orillas de los embalses. La cosa es incordiar. Hace años, un buen amigo adquirió en la provincia de Badajoz una pequeña finca adehesada. La casa estaba en ruinas, y mi amigo solicitó los permisos pertinentes para arreglar la casa y acondicionarla como vivienda. Le fue denegado el permiso por la influencia de los ecologistas. En la casa en ruinas, vivían y anidaban dos parejas de mochuelos moteados. Entonces solicitó el permiso para levantar su casa en otro paraje de la finca, y también recibió una respuesta negativa.
Había comprado una finca para vivir en el campo, y no le cabía en la cabeza que cuatro mochuelos moteados tuvieran mejor derecho que él a disfrutar de sus tierras. Entonces hizo algo que no está bien, pero que puede ser entendido y perdonado por algunas personas. Aprovechando la luz del día, que tanto molesta a los mochuelos moteados, sigilosamente, sin hacer ruido, se introdujo en su casa en ruinas. Nadie sabe lo que sucedió, pero los cuatro mochuelos moteados, o bien decidieron cambiar de hogar, o bien fallecieron a causa de los disparos de una escopeta que fueron oídos en el pueblo más cercano. La referida arma jamás apareció, y en el caso de la segunda posibilidad, tampoco fueron encontrados los cuerpos de los mochuelos gorrones. Hoy vive en su casa de campo, cuida de sus cerdos ibéricos que disfrutan de la dehesa, y de haber delinquido – que no está demostrado- su delito habría prescrito con holgura. El agua de su campo, corre por unos arroyuelos alimentados por el enorme pantano García de Sola, y los porcinos se sienten profundamente agradecidos al pantano. Sus porcinos y todos los humanos que habitan la zona en torno a Talarrubias, provincia de Badajoz. Y sus explotaciones agrícolas, sus cultivos, sus ganaderías y sus niños, que después de subir y bajar de los árboles o jugar al fútbol, tiene sed. Pero la ministra ha decidido la demolición de los embalses en las zonas de España donde son más necesarios, y con la sed de los hombres del campo y de sus campos, no se juega. Cuando los agricultores se sienten agredidos, los agricultores se alzan contra el agresor, y se unen, y si el agua del embalse no sólo la consumen sus ganaderías sino las familias que viven en los pueblos cercanos y dependen del agua del pantano, cuidadito con ellos, señora ministra de los Lobos y la Transición Ecológica. Por mucho que la Agenda 2030 haya decidido que España tenga sed, los agricultores de España le van a responsabilizar a usted de sus ruinas y desgracias. Los ecologistas «sandía» son unos talibanes. No se fíe de ellos. Para salir de su casa, tendría que hacerlo peinada y maquillada, como la Yoli, para no ser reconocida.
Cuidado con los agricultores unidos, enardecidos y cabreados.
Y de los lobos ya me ocuparé cuando ataquen a un niño. Que lo harán, y en breve margen de tiempo. Por el norte, ya se han visto en barrios y pueblos.
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