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29 de abril de 2024

Post-itJorge Sanz Casillas

No se trata de ir a elecciones

Lo que el PSOE está haciendo es ilegal con los 121 escaños que tiene ahora pero lo seguiría siendo si tuviera 176. La Constitución es cristalina a ese respecto

Actualizada 01:32

Escucho a menudo a Alberto Núñez Feijóo decir que lo justo sería repetir las elecciones. Que se vuelva a votar toda vez que la primera medida del nuevo Gobierno (la amnistía) no solo no aparecía en el programa del PSOE, sino que el hoy presidente aseguraba que era manifiestamente ilegal e inconstitucional.
Me parece legítima su reclamación, sobre todo a la vista de la encuesta que publicamos ayer, según la cual el PSOE retrocedería. Pero a mí como defensor y lector de la Constitución no me vale. Lo que se quiere evitar (el golpe a nuestro Estado de derecho) no se arregla votando hasta que salga un resultado que nos guste un poco más. Se arregla con la Constitución, que es la ley que nos iguala a todos. Al maño con el vasco y al rico con el pobre.
Lo que el PSOE está haciendo es ilegal con los 121 escaños que tiene ahora pero lo seguiría siendo si tuviera 176. La Constitución es cristalina a ese respecto.
¿Que usted quiere acabar con la igualdad entre españoles (artículo 1.1) o con la «unidad de la Nación española» (artículo 2)? Pues lo que tiene que hacer es seguir el camino que marca el artículo 168, y que es justamente el que evita que una mayoría cogida por los pelos como la actual ponga nuestra convivencia mirando a Waterloo. Es por esto por lo que voy a Cibeles. Y me gustaría pensar que quienes se manifiestan piensan lo mismo: que ese artículo no solo nos protege contra Pedro Sánchez, sino ante cualquier otro que juntando 176 diputados se sienta tentado de hacer con nuestro ordenamiento lo que le venga en gana.
¿Y que dice el artículo 168? Pues que si usted quiere cambiar puntos como los ya citados tiene que aprobar esa reforma con una mayoría de dos tercios de cada Cámara (una mayoría de verdad, no como la de ahora, que van contando escaños con los dedos). Después habría que disolver las Cortes, convocar elecciones y que el parlamento resultante ratifique otra vez el apaño por mayoría de dos tercios. Una vez conseguido, se nos preguntaría en referéndum a todos los españoles. Insisto en lo de «todos», no valdría con que voten solamente del Ebro para arriba.
Y ya estaría. Todo lo demás es cháchara política e ilegalidad. Aceptar que «todo cabe» porque tienes un juez amigo en el Constitucional y una exposición de motivos redactada con mimo nos deja desnudos como país.
Por eso cuando salgo a la calle no me mueve únicamente el rechazo a Pedro Sánchez, sino el deseo de permanencia de una norma que prevé este tipo de ocurrencias. Y me gustaría pensar que, si alguien de la otra orilla quisiera hacer lo mismo, España también se levantaría.
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