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07 de mayo de 2024

HorizonteRamón Pérez-Maura

La estulticia de Sánchez

Hace meses se especulaba mucho con un futuro en instituciones europeas o internacionales para Sánchez. Lo que yo me atrevo a decir es que después de lo que vivimos el pasado fin de semana, el futuro internacional de Sánchez pinta color teléfono antiguo

Actualizada 01:30

La actuación de Pedro Sánchez en la Guerra de Gaza pasará a la historia universal de la diplomacia como el ejemplo de lo que nunca se debe hacer. No hace falta ser Metternich, como bien le definía Alfonso Ussía el pasado domingo, para saber que no se puede pretender mediar entre dos partes y lanzar un discurso de condena a uno de ellos. Pero el asunto es bastante peor. Si Sánchez hubiera hecho eso en su condición de presidente del Gobierno del Reino de España, se le podría acusar de haber roto otro consenso, en este caso el que la izquierda pretendía aplicar a las relaciones exteriores en tiempos de la segunda Guerra de Irak. Pero es que la visita del presidente de turno del Consejo de la UE, que es como fue recibido, ha fijado unas posiciones ante Israel de las que discrepan países muy relevantes de la Unión. Y encima ha dicho que, aunque la Unión Europea no reconozca el Estado Palestino, España sí lo hará. Con un par. Nunca antes un presidente de turno de la UE hizo tamaña declaración contra la UE.
Nunca podemos anticipar hasta dónde puede llegar la estulticia de Sánchez. Estulticia en el sentido de necedad en su acepción «terco o porfiado en lo que hace o dice» (DRAE). Sánchez nunca ha tenido una estrategia más allá de hacer lo que sea por conservar el poder. Eso le lleva a decir una cosa y la contraria en horas 24. Y este discurso pro-Hamas puede tener su razón de ser en la necesidad de contentar a Sumar, cuya presidente ha manifestado abiertamente sus simpatías por la causa palestina y dos de sus ministros incluso se han negado a condenar el asesinato de 1.400 israelíes. Y no se crean que esos ministros son comunistas iletrados. Para nada. Comunistas sí, pero el señor Urtasun, además de ministro de Cultura –lo que no quiere decir que sepa nada– es diplomático de carrera. Así que, por lo menos, aprobó una oposición, aunque no estoy muy seguro de cuánto beneficio le hizo.
Que España haya caído del lado de Hamas, que es quien nos ha felicitado por la declaración de Sánchez y no del lado de Israel, que ha mostrado su lógica indignación, dice mucho de la sutileza de la diplomacia dirigida por Napoleonchu, otro diplomático de carrera como Urtasun. Fíjense también en el silencio internacional con que ha sido acogida la declaración de Sánchez. Especialmente entre los socios europeos a los que supuestamente representaba nuestro presidente del Gobierno. Yo sólo he escuchado a un dirigente internacional que le haya apoyado: el presidente colombiano –y ex guerrillero– Gustavo Petro. Claro que tampoco sé a qué horas de la tarde noche le dio su respaldo. Porque ya se sabe que las veladas de Petro le llevan con frecuencia a amanecer pasado el mediodía.
Hace meses se especulaba mucho con un futuro en instituciones europeas o internacionales para Sánchez. Lo que yo me atrevo a decir es que después de lo que vivimos el pasado fin de semana, el futuro internacional de Sánchez pinta color teléfono antiguo. Aunque en su estulticia eso no siempre le ha supuesto un contratiempo. Porque él encadena despropósitos pensando que mañana será otro día y ya veremos cómo hacer otra pirueta y descolocar a unos u otros. Lo malo para él es que llega un momento que ya te conocen todos y eso se vuelve imposible. Y con esta última acción disparatada, Sánchez se ha dado a conocer en el mundo mejor que nunca. Gracias por ello, presidente. Se lo agradezco muy en serio.
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