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27 de abril de 2024

El puntalAntonio Jiménez

Cero preocupaciones. Sobresalientes en Cinismo y Sinvergonzonería

La deriva iliberal del personaje es ilimitada sin perturbarle ya que se le afeen sus contradicciones e imposturas sobre los argumentos iniciales para dinamitar la igualdad de los españoles con una amnistía

Actualizada 08:55

Ya sabemos cómo se las gasta Sánchez y su rehala ministerial en materia de impudor e imposturas con tal de colar un titular periodístico en favor de sus posiciones por más mentiroso que resulte. Y el «todoministro» Bolaños, su brazo ejecutor de amnistías infames, se está doctorando en ello con entusiasmo de cum laude.
Nada más entrevistarse con el comisario de Justicia Europeo Didier Reynders proclamó en rueda de prensa, sin pestañear, que «en Bruselas hay cero preocupaciones por el estado de la justicia en España y por la amnistía». Después, ya sin micrófonos y en petit comité, admitió que era su impresión personal y nadie de la Comisión, tampoco Reynders, le había expresado esa supuesta tranquilidad e indiferencia.
Bolaños convirtió un deseo personal en titular periodístico pasándolo como una opinión compartida por sus interlocutores. El «triministro» que aúna en sus carteras los tres poderes del Estado faltó a la verdad, cosa que es norma habitual y común en la casa sanchista y algo que dejó de escandalizarnos y sorprendernos hace por lo menos un lustro en versión Urtasun, titular de Cultura, que para evidenciar su insolvencia para el cargo lo alargó hasta 25 años, o sea la mitad de un decalustro.
Bolaños confunde deseos con realidad y el ministro de Cultura ignora los años de un lustro y cree que son tantos como unas bodas de plata. Se nota que no tiene pareja. Sánchez sí la tiene pero lo que no tiene es vergüenza ni pudor alguno. Escrito está y no es la definición de un síntoma sino de un diagnóstico certero y acreditado: Sánchez es un cínico estratosférico incapaz ya de distinguir entre la verdad y la mentira. Lo último ha sido negar que él hablara en su investidura de levantar un muro contra las derechas, adjudicándole al PP la supuesta falsedad o que alguna vez, como le acusaron también los populares la pasada legislatura, él afirmara que nunca pactaría con Podemos a pesar de las muchas pruebas existentes en su contra. «No pactaré con el populismo de Podemos –dejó dicho– por que el populismo termina en la Venezuela de Chávez».
Hay que ser muy caradura, tener una jeta de hormigón armado y un cínico elevado al cubo para negar afirmaciones y palabras que te hacen esclavo de tu pasado. Sánchez lo es. Pero se la suda, permítanme la grosería, por que se considera indultado por las urnas y habilitado para normalizar socialmente lo malo como bueno; la mentira como verdad y lo inconstitucional en constitucional.
Un presidente del Gobierno respetuoso y comprometido con los principios democráticos y la separación de poderes estaría avergonzado de que el Poder Judicial reprobara a su fiscal general del Estado por no ser imparcial y que el Tribunal Supremo rechazara el nombramiento de su presidenta del Consejo de Estado por no acreditar la condición de jurista de reconocido prestigio. A Sánchez no le abochorna que Felipe González diga que la amnistía es intolerable porque destruye los fundamentos de nuestro ordenamiento jurídico y no perdona sino que pide perdón a los delincuentes.
Muy al contrario compara la amnistía con las leyes del divorcio y del matrimonio homosexual para sugerir su pronta aceptación mientras asume la existencia de «lawfare» en la democracia española y admite y justifica la figura de un verificador internacional en sus negociaciones con el prófugo de Waterloo. En breve justificará la necesidad de un referéndum de independencia por el bien común. Quien solo entiende el ejercicio del poder a toda costa sin importarle los medios para obtenerlo, ni es consciente ni le conmueve el daño y la humillación a la democracia española que supone negociar con delincuentes en el extranjero, fuera del Parlamento, sin transparencia, luz ni taquígrafos, asuntos de Estado y bajo la supervisión de mediadores internacionales.
La deriva iliberal del personaje es ilimitada sin perturbarle ya que se le afeen sus contradicciones e imposturas sobre los argumentos iniciales para dinamitar la igualdad de los españoles con una amnistía, apelando primero a la necesidad de la virtud y a la convivencia, y reconociendo después que si no le hubieran hecho falta los votos de Junts para ser investido no habría amnistía.
La viñeta de Castelao, «mexan por nós e temos que dicir que chove», estaba inspirada en tipos como Sánchez que terminará meándose encima de nosotros pero dirá que llueve.
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