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02 de mayo de 2024

Vidas ejemplaresLuis Ventoso

Me preocupan bastante más los viejos

Con un problema de natalidad tremendo, legiones de ancianos solos y jóvenes desempleados; solo les preocupa el clima, un feminismo politizado y lo gay

Actualizada 01:30

En la etapa –feliz– en que me tocó trabajar en Inglaterra al principio admiraba el impresionante cariño de los ingleses por los animales. Pero cuando fui conociendo mejor aquello me di cuenta de que ese apego hacia las mascotas convivía con un desapego familiar que a ojos latinos resultaba gélido. Al final acabé pensando que igual sería mejor que los ingleses quisiesen un poco más a las personas en vez de tantísimo a los animales.
En la vida debe haber un orden de prioridades. Y en España lo estamos distorsionando, debido a la pegajosa influencia de esa plomada ideológica que se ha dado en llamar «progresismo».
Un sábado. Me levanto y pongo la radio mientras me afeito. Suena el anuncio de una nueva lotería instantánea de la Once. El argumento son dos tíos hablando sobre que se han maquillado al estilo de Cleopatra. No entiendo nada. Me quedo pensando: ¿qué tendrá que ver un juego de lotería de rascar con este rollo medio travesti a costa de Cleopatra que se están marcando? Probablemente lo que hay detrás es que el creativo publicitario que ideó el anuncio pensó que con ello enlazaba de manera «cool» con el rollito trans que promociona el rodillo ideológico en boga.
Después bajo a dar una vuelta y a tomarme un café sablista (en vaso de cartón). Paseando por Madrid veo casi más banderas arcoíris que españolas en los balcones. Entro en una librería de una de las mayores cadenas, La Casa del Libro. En la entrada, en la zona más preeminente, han puesto una nueva sección destacada, que agrupa un montón de libros bajo un rótulo donde reza: LGTBIQ+ (no me pidan que explique toda la sopa de letras, porque estoy todavía en primero de ingeniería gay).
Al final de la mañana voy a hacer un poco de deporte. En el gimnasio anuncian en un enorme cartel una carrera solidaria… «contra la homofobia».
Como a cualquier persona normal, me parece muy bien que se respete a los homosexuales y se les deje en paz. Faltaría más. Pero no creo que tenga que ser una prioridad nacional promocionar la homosexualidad y presentar a los homosexuales como si fuesen unas víctimas, o meter con calzador al inefable personaje gay en toda película o serie que aspire a ser políticamente correcta. Del mismo modo, tampoco creo que figuren entre las urgencias reales de España el alarmismo climático; o la versión politizada y a veces histérica del feminismo, que nada tiene que ver con defender los mismos derechos para mujeres y hombres, algo elemental, que todos apoyamos en el año 24 del siglo XXI.
En España hay problemas de primer orden que son totalmente ignorados por una izquierda obsesionada con las sexualidades minoritarias y la hipérbole climática. Ahí fuera tenemos a miles y miles de ancianos víctimas de una auténtica epidemia de soledad, o que además no encuentran quien los atienda como Dios manda cuando les fallan las fuerzas. Ahí fuera tenemos un paro juvenil espantoso, para más señas el mayor de la UE, que ciega el futuro de nuestros chavales. Ahí fuera tenemos un alarmante problema de natalidad, debido a que en unas sociedades cada vez más hedonistas no queremos tener hijos y a que los gobiernos españoles no han apostado jamás por la familia.
Pero esas causas, bastante más importantes que la LGTBIQ+, no molan.
No estaría mal que en vez de fastos del Orgullo Gay hubiese fastos del Respeto a los Ancianos. No estaría mal que los jóvenes que no encuentran empleo con la estafa socialista se movilizasen por ello, en lugar de perder el tiempo psicoanalizando su sexualidad por influjo de una ideología atosigante. No estaría mal que además de ponerse la pulserita arcoíris-queda-bien, esos ministros del inmenso gabinete de Sánchez dedicasen alguna hora de sus vidas a pensar en cómo hacer la vida más fácil a esos chalados despreciados por la izquierda que componen familias formadas por una madre, un padre y unos hijos.
No estaría mal que dejásemos de comportarnos como un rebaño pastoreado por las fijaciones de la desesperanzada izquierda estadounidense (una empanada que nos predican a través de sus plataformas digitales monopolísticas y que impregna toda su industria del entretenimiento). No estaría mal que nos respetásemos un poco más, empezando por preocuparnos por los viejos que nos han sacado adelante a las siguientes generaciones, porque todos llegaremos ahí. No estaría mal, en fin, que pensásemos más en nuestros problemas reales y menos en los que nos inventa la izquierda caviar y que estamos comprando como canelos.
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