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El astrolabioBieito Rubido

Newton y Lavoisier eran franquistas

Este ocupante de la Moncloa que padecemos, además de mentirnos, demuestra que es un indigente intelectual, un gafe. Con él vamos camino de las siete plagas

Actualizada 01:30

Lo acontecido el lunes en España, además de dar una imagen pésima de nuestro país, algo que no nos merecemos los nacionales de esta tierra, es un expediente misterioso, de esos que llamaban X, y que todavía nos irá sorprendiendo en los próximos días. Nada de lo que vamos sabiendo exime a Pedro Sánchez de su responsabilidad. Esa a la que se agarra, a pesar de haber perdido las elecciones y no contar con ningún tipo de mayoría.

Una de las sorpresas que ayer mismo nos dio Sánchez es la nueva teoría de que la energía desaparece. Antes la energía se transformaba. Es una verdad científica que enunció Antoine Lavoisier en el siglo XVIII y venía siendo incontrovertible hasta que Sánchez Pérez-Castejón afirmó ayer que la energía desaparece súbitamente. No solo nos cuenta mentiras, cambia de opinión (es decir, no cumple lo prometido), sino que ahora, al igual que desconoce el jamón serrano y el ibérico, también demuestra su ignorancia enciclopédica en cualquier materia. Salvo que Newton y Lavoisier hayan sido franquistas, que entonces ya se explica todo, apagón incluido.

Lo que ya no se explica bien son las intervenciones del ocupante de la Moncloa. Que haya comparecido tarde el lunes me preocupa menos, ya que es su estilo, incluido el retraso de la noche. Lo que sí nos debe inquietar como ciudadanos es la falta de una explicación que nos tranquilice, que es para lo que se sienta en la silla del conductor. Tampoco me preocupa su sinceridad en abstracto, que sabemos que no le acompaña semejante atributo. Me perturba que los españoles están asustados y Sánchez no explica lo que ocurrió ni da garantías de que no vaya a volver a producirse otra caída prolongada de la tensión. Llegar tarde a dar explicaciones es malo, pero mucho peor no dar ningún tipo de respuesta.

Llegó a asegurar en mítines y en el Senado que nunca habría un apagón. Como siempre, aprovechó para insultar a la oposición que, según él, «no hablaban del Apocalipsis, pero lo pensaban». Menuda afirmación. Ya lee los cerebros de los demás.

Este ocupante de la Moncloa que padecemos, además de mentirnos, demuestra que es un indigente intelectual, un gafe. Con él vamos camino de las siete plagas.

Nota final: escribir sobre Sánchez, un personaje mediocre, es aburridísimo. Ahora bien, representa tal peligro para la democracia de este país que el periodismo está obligado moralmente a no dejar de denunciar todo cuanto atropella y se lleva por delante. El lector nos comprenderá.

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