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HorizonteRamón Pérez-Maura

¿Y si Sánchez se hace un 'fujimori'?

A estas alturas es imposible dudar que Sánchez está dispuesto a saltarse lo que sea con tal de retener el poder. Hubo un tiempo en que creía que se podía preparar una vida en alguna institución internacional. A estas alturas lo único que le queda es aspirar a ser otro Zapatero y ponerse a sueldo de dictadores

Actualizada 01:30

Las imágenes que ofreció Antena 3 y reprodujo El Debate del apoyo de la ministra de Igualdad, Ana Redondo, al recién procesado fiscal general del Estado, Álvaro García Ortiz, son una muestra difícilmente superable de la falta de pudor en que ha caído el sanchismo. Hemos llegado a un punto en que lo malo no es que don Alvarone haya podido cometer un delito. Eso se verá en su momento procesal. Lo malo es que todo el Gobierno le da su apoyo porque los intereses del sanchismo están por encima de la ley. La prioridad son sus objetivos políticos al margen de lo que consienta la legislación vigente.

Sumemos a ello el grado de compadreo entre la ministra Redondo y el fiscal García Ortiz. Por la forma en que le sugiere compartir «una cenita» deben de ser íntimos y más cuando le dice «no te escondas, no estás solo». Si se hablan así cuando están en un acto, rodeados de otras personas, cámaras y micrófonos ¿qué no se dirán a puerta cerrada?

El sectarismo del sanchismo es tal que de verdad se creen que el Tribunal Supremo está actuando contra ellos de forma partidista. Es decir, creen que en España no hay Justicia digna de ese nombre porque niegan al Supremo el poder actuar contra un cargo público al que, en una resolución, sólidamente razonada, se le imputan unos delitos.

Así, hay que hacer ver a don Alvarone que «no está solo» para que se mantenga en el puesto. Aquí podríamos acabar viendo como el fiscal general del Estado pasa directamente de su despacho a la cárcel. Y todo por la increíble interpretación del Estatuto Fiscal. Éste establece que cuando un fiscal es procesado automáticamente cesa en su puesto. Pero el sanchismo se ampara en que el Estatuto Fiscal no se puede aplicar al fiscal general por ser él un nombramiento del Consejo de Ministros. Más falta de pudor.

Todos los días hay evidencia de que la deriva que ha tomado el Gobierno es cada vez más totalitaria. Asunto no menor es que hasta la Comisión Europea que preside su amiga Ursula von der Leyen le dice al Tribunal de Justicia de la UE que la Ley de Amnistía sanchista es una «autoamnistía» y, por lo tanto, es «contraria al principio del Estado de derecho». Y en esa Comisión es vicepresidente Teresa Ribera, la de la dana. Imagínense como se empiezan a ver las cosas desde la Comisión.

El problema es que a estas alturas es imposible dudar que Sánchez está dispuesto a saltarse lo que sea con tal de retener el poder. Hubo un tiempo en que creía que se podía preparar una vida posterior en alguna institución internacional. A estas alturas lo único que le queda es aspirar a ser otro Zapatero y ponerse a sueldo de dictadores. Porque la única alternativa que le veo hoy por hoy si se respeta la independencia de la Justicia y la voluntad popular en las urnas es que Sánchez se acabe haciendo un «fujimori», una huida presidencial. ¿Lo recuerdan? El 19 de noviembre de 2000 Alberto Fujimori viajó a Tokio y desde allí envió un fax al presidente del Congreso de la República renunciando al cargo. Sabía que iba a acabar en la cárcel y al menos lo demoró unos años acogiéndose a refugio en Japón. Al paso que va nuestro Sánchez un día se coge un avión y se planta en la República Dominicana. Nuestros aviones oficiales conocen la ruta mejor que nunca.

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