La corte de Lanzarote
Mientras Sánchez y Zapatero hacen sus cábalas, el resto del Consejo de Ministros anda por ahí escondido. Por más que el presidente lo haya desmentido, el rumor de crisis de gobierno permanece. Mejor no asomar mucho la cabeza, no vaya a ser que se la corten
Antaño, la corte política rondaba las Baleares para encontrarse y fotografiarse con la familia real. Ahora, se ocultan a la sombra de palmeras entre las calas de tierra volcánica de Lanzarote. Dicen que Pedro Sánchez ha optado por cogerse unas largas vacaciones para cavilar sobre la estrategia de su gobierno y su futuro particular. Personalmente, creo que va a desaparecer durante un mes porque salta a la vista que los disgustos que le han dado sus antaño amigos de la resistencia le han dejado exhausto y expuesto para enfrentar, como pretende, dos años más de legislatura. Y, dada la capacidad que tiene para tomar decisiones, lo mismo da que duerma en la Moncloa que en La Mareta.
Desde que se echó en brazos de Puigdemont, sólo se legisla en España lo que al prófugo le conviene. Y, como él no puede ir a Waterloo, lo que antes negociaba Cerdán ahora lo tiene que resolver Zapatero. No es casual que ambos hayan elegido el mismo destino. El expresidente que prometió que sería el jarrón chino que menos molestara, se ha convertido en el perejil de todas las salsas de la vida política nacional. Pasó de telonero en los mítines a asesor áulico y, ahora, todo pasa por él, desde los pactos con los separatistas a las inconfesables y debidas alianzas con Cuba o Venezuela o a los negocios con China. En sus reuniones, habrán de reservar tiempo también para intentar desentrañar los sumarios que amenazan con desvelar grandes sorpresas a la vuelta del verano. Demasiados petroleros han cruzado el Atlántico en los últimos años, parando para refinar en aguas africanas, antes de que Hacienda les pusiera la proa por el fraude del IVA. No es casual la proliferación de ingenieros de PDVSA que viven en España. La lealtad se paga, si es necesario con visados de asilo o residencia.
Mientras Sánchez y Zapatero hacen sus cábalas, el resto del Consejo de Ministros anda por ahí escondido. Por más que el presidente lo haya desmentido, el rumor de crisis de gobierno permanece. Mejor no asomar mucho la cabeza, no vaya a ser que se la corten. La candidata Montero ya se borró de la feria de Sevilla y, con el cupo catalán en ciernes, no querrá correr el riesgo de aparecer por alguna que otra playa andaluza. A Óscar Puente le habrá recomendado su médico que, por aquello de salvaguardar su salud física y mental, no se acerque a una estación de tren. Para acabar enfermando, ya estamos los usuarios del transporte ferroviario. Tampoco sabemos dónde para la ministra Sira Rego, responsable de los menores que hay que trasladar por orden del Supremo desde Canarias. Ella puede pasear por donde estime oportuno, porque es una desconocida para la gran mayoría de ciudadanos que le paga el sueldo.
Cunde la sensación de que el país se desmorona porque no hay nadie al mando. Pero lo peor es que tendríamos la misma impresión si todos ellos estuvieran, en vez de disfrutando de unas vacaciones, en sus puestos.