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Cosas que pasanAlfonso Ussía

La petición de mamá

–Susú, he hablado de tú a tú con San Aurelio de las Brasas, que es encantador, además de jefe de la sección de Purgatorio revisable y no sostenible y me ha indicado que reces por mí 39.000 rosarios, para limpiar mis pecados y ascender con todos los honores al Reino de los Cielos

Hoy, mientras dormía la siesta del carnero, se me ha aparecido el fantasma de mamá. El más allá ha suavizado sus facciones y contendido su aspecto de somormujo. Pero mantiene su tono autoritario y displicente.

Barca

–Susú, he hablado de tú a tú con San Aurelio de las Brasas, que es encantador, además de jefe de la sección de Purgatorio revisable y no sostenible y me ha indicado que reces por mí 39.000 rosarios, para limpiar mis pecados y ascender con todos los honores al Reino de los Cielos. Como el Cielo es un Reino, se me devolvería el derecho al uso de marquesa de Sotoancho.

–Lo que me pides es imposible, mamá. No me queda vida suficiente para perderla rezando por ti 39.000 rosarios. Si baja la petición a diez, lo haré con gusto, porque madre sólo hay una.

–¿Diez mil?

–No, mamá. Diez. Uno, dos, tres, cuatro, cinco, seis siete, ocho, nueve y diez. Y le dices de mi parte a San Aurelio de las Brasas que, si acepta las condiciones, a cambio de una gran limosna te conceda una duchita fría cada media hora de purgar tus pecados.

–Lo que me ofreces es imposible. San Aurelio es jefe de sector, pero tiene por encima a San Giorgio, a San Menedetti, a San Patricio de Aquisgrán, a San Pedro y a Dios.

–Dios no se ocupa de esos menesteres. Se ocupan los funcionarios. Recuerda tu perversidad en la vida. Me decías que era tonto.

–Y lo eras. Y lo sigues siendo. Tienes reservado un sitio en el Purgatorio de los tontos, que linda con el de los LGTBI, que se está quedando vacío por las presiones del arzobispo de Madrid, el que se afeita malamente.

–Mamá, negocia. Diez rosarios y tendrás duchita. Diez rosarios no son nada. Se rezan en un pispás. Di a San Aurelio que tengo un problema de concentración y dicción, y que a los siete rosarios se me bloquea la cabeza y paso del rosario a «cuatro esquinitas tiene mi cama».

–Lo tuyo no tiene perdón ni arreglo.

–Tus guarraditas sexuales se pagan.

–Seguro que te has chivado.

–Pues sí. Me he chivado cuando comprobé que no sabían nada de nada de tus pecados. Y además, me han prometido que, si consigo tus 39.000 rosarios, me van a presentar al Caudillo, que tal como están las cosas en España le han rebajado casi toda la condena. Le dejan pasear por el entorno de las Puertas y se ha hecho amigo de San Pedro.

–Lo siento, mamá. O diez o ninguno. 39.000 es una barbaridad.

–Contaré que te olían los pies y te hacías pipí en la cama con 40 años.

–Y ahora déjame, que tengo que dormir la siesta del carnero para tener sueño a la hora de mi siesta.

–¿Te han dicho en alguna ocasión que eres un majadero y un mal hijo?

–Sí, mamá. Unas 39.000 veces. Tú. Recuerdos a San Aurelio.

–Mal hijo.

–¡MMMMuuuaaa!