Lágrimas gozosas
Recuerden el asunto de Oriol Junqueras, que fue confundido con una boya, un barco se amarró a su flotante contorno y estuvo de boya todo el tiempo que duró el baño del barco holandés. No ha vuelto a bañarse en la mar, y sinceramente, cuenta con mi compresión a su rechazo
Escribí tres días atrás, que la heroica expedición a Gaza –Hamás de Ada Colau, Greta Thunberg y el consiguiente séquito de lerdos– duraría lo que el capitán del barco decidiera virar hacia Barcelona y dejarse de pamplinas publicitarias. No ha sido necesario el viraje. No ha virado porque no ha llegado a salir. «Con este grupo de gente no salgo a la mar». Mar bella, como un lago, pero el peligro no estaba ahí. El peligro se reunía en los camarotes y la cubierta. Me recuerda a una broma de Tip. Nos sentábamos juntos en un vuelo a Santiago de Compostela. Me comentó: «Esto de volar es maravilloso. Fíjate bien. Las personas parecen hormigas». Y claro, era hormigas porque no habíamos despegado. De Tip todo era imprevisible. Paseábamos por el Paseo de Rosales y nos cruzamos con un señor perfectamente normal de unos cuarenta años. «Fíjate, flacucho. La familia de ese señor, si viviera, su tatarabuela tendría 87 años».
Sonó la voz amable del capitán. «Señores pasajeros, la travesía ha sido cancelada. Les rogamos que abandonen el barco, en orden, sin llorar, y utilicen ya en tierra los servicios públicos. Gracias por su valentía y coraje». Lo que dijo, disfrazando sus palabras fue lo siguiente. «Tontos. abandonen el barco que yo no les llevo ni a la costa de Gerona».
Ada Colau rompió en escalofriante llanto en catalán. Y Gretita en atosigante soponcio en sueco. Se había reventado el negocio. Los lerdos también lloraron cada uno de ellos en su llanto autonómico. Llevaban en las bodegas del barco toda suerte de alimentos, especialmente latas de fabada que en la mar entran como un tubo y la Colau y la Thunberg dan buena cuenta. Ada Colau, haciendo un esfuerzo infinito y después de hacerse pis en el chándal, increpó al capitán en español. «Esto es insupurtapla, impusibla, inimaginapla, bestial brutal, me sabe mal su actitut impardonapla». Como el capitán, que era de Badajoz no tuvo la fortuna de aprender el catalán en su escuela de Almendralejo, lo dejó pasar por que no entendía nada. Más tarde se supieron los motivos de la cancelación de la singladura. El capitán reunió a su tripulación, y ésta le comunicó que Colau y la niña pequeña están reconocidas en todos los mares y océanos como gafes. Y un gafe en la mar es peligrosísimo. Recuerden el asunto de Oriol Junqueras, que fue confundido con una boya, un barco se amarró a su flotante contorno y estuvo de boya todo el tiempo que duró el baño del barco holandés. No ha vuelto a bañarse en la mar, y sinceramente, cuenta con mi compresión a su rechazo.
El problema es el negocio. En principio habían habilitado un islote en el Adriático con mucha gente y Ada y Greta repartiendo paquetes a los figurantes. Pero las exclusivas perdieron su valor y les soltaban cuatro perras por la interpretación. Por fortuna, el capitán del barco, alarmado por los sinsabores que originan los gafes y a sabiendas de la farsa, enfrentándose a la ferocidad lacrimosa de la parejita, decidió quedarse bien amarrado en el puerto de Barcelona.
Y hasta el momento, esto es lo que hay.