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Pecados capitalesMayte Alcaraz

El PSOE y su ley contra la prostitución

¿Por qué no penalizan también al proxeneta de mujeres y de hombres y no solo a los que pagan a cambio de sexo? Porque prácticas de empresarios como el fallecido padre de Begoña Gómez y su tío Enrique no parece que estén en el punto de mira de la ley que Igualdad está ultimando

Los ministros Félix Bolaños, de Justicia, y Ana Redondo, de Igualdad, dedican su tiempo libre a preparar una ley contra la prostitución que, con el cinismo propio de la casa, quieren que nos hagan olvidar los audios en los que José Luis Ábalos, un compañero de Gobierno de los anteriores al que aplaudían a rabiar en el Congreso, se repartía las prostitutas con su lugarteniente Koldo como si fueran cromos o piezas de carne de barbacoa. Cuentan los socialistas que van a aprovechar la reprobación colectiva contra esta práctica para impulsar la norma. O sea, el casposo partido de la corrupción en España nos va a ayudar a crear anticuerpos contra la prostitución.

Es difícil que este Gobierno pueda exhibir más cemento armado en su cara. Que el partido en cuya cúspide hay un secretario general cuya familia conyugal ha hecho fortuna gracias a las saunas con final feliz y al negocio del proxenetismo, quiera ahora pontificar sobre la necesidad de acabar con este submundo que usa a las mujeres como mercancía es un monumento al sarcasmo. Llevan siete años gobernando, con una brecha entre las feministas de Podemos, que quieren que se regule la práctica, y el PSOE, que apoya abolirla, y ahora han visto, mientras hojean los periódicos, que pueden sacar pecho y reconciliarse con las mujeres que han comprobado cómo las mentían con un falso feminismo mientras se movían en ambientes sórdidos con transacciones económicas de por medio. Y todo con dinero público, claro.

Eso de ponerse al frente de un ejército de salvación para terminar con la prostitución, expulsando a los militantes socialistas que consumen sexo a cambio de pagar por ello, es desternillante viniendo de un partido como el PSOE y de un presidente como Sánchez, que debería contestar a esta pregunta: ¿Por qué no penalizan también al proxeneta de mujeres y de hombres y no solo a los que pagan a cambio de sexo? Porque prácticas de empresarios como el fallecido padre de Begoña Gómez y su tío Enrique no parece que estén en el punto de mira de la ley que Igualdad está ultimando.

Desde tiempos de Roldán, con su bacanal en un hotel de Mallorca, siendo director de la Guardia Civil al diputado Tito Berni, agasajando a los empresarios de las mordidas con visitas a restaurantes de lujo y lupanares nada selectos, la credibilidad socialista en este terreno está calcinada. A esos jolgorios de Tito asistían hasta 15 diputados socialistas, aunque el jefe de todos ellos, Patxi López, nunca se acordó de esas citas. Eso sin olvidar que cargos del PSOE se gastaron un pastizal de la Junta de Andalucía en clubes de alterne de Sevilla, Córdoba y Cádiz, en la famosa Fundación Andaluza Fondo de Formación (FAFFE), un instrumento para gastar a espuertas el dinero de los desempleados.

Y Sánchez, ese cuarto jinete del Peugeot con dos declarados amantes de la prostitución y un compañero del metal hoy encarcelado, es el mismo que quiere hacer el paripé con una ley falsa y propagandista, tras ver que desde febrero ha perdido un 7,3 % de su voto femenino. Porque no me negarán que hay un vínculo íntimo entre la izquierda y la prostitución –quizá piensan que no hay nada más sociable que el contubernio– y que cuando llegan al poder cosifican a las mujeres como objetos sexuales o floreros a la par que dan saltitos en las manifestaciones feministas. De hecho, hay algunos que sueñan con azotarlas hasta que sangren.

La prostitución es un problema grave cuya resolución no es fácil. Según datos de la ONU, es un negocio que mueve 10 millones de euros al día y el 80 % de las mujeres que lo ejerce lo hacen contra su voluntad. Pero que no nos engañen más: esta izquierda no está legitimada para arreglar el asunto. A no ser que pongan de presidente de la comisión a Ábalos, que Ana Redondo lleve la tecnología y que Begoña Gómez comparezca para dar cuenta de los réditos familiares que da el negocio de las casas de lucecitas. Eso sí es política con conocimiento.

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