Fundado en 1910

Parte de daños: siniestro total. Incluso proponiéndoselo es muy difícil crear un espectáculo tan degradante como el que ha montado Sánchez:

Número Uno. Era un concejal de Madrid, que entró en el Congreso tras correr la lista. De escaso brillo laboral, iba tirando con el apoyo del suegro, forrado con sus antros de lenocinio, y trabajaba en una universidad menor, donde le regalaron un cum laude con una tesis de corta y pega y ayuda ajena. Llegó al poder sin ganar las elecciones, gracias a una alianza que estaba vetada en el PSOE. Y sigue igual, enrocado sin ganar y del ganchete con lo peor. Resultó además un mentiroso tenaz y muestra vocación de autócrata.

-La mujer de Número Uno. Se creyó lo que no era. Para darse pote, recurrió al dedazo presidencial y mezcló lo público y lo privado. En su altanería de nuevos ricos, ambos imaginaban que nadie se fijaría jamás en sus chanchullos. Cual temeraria pichona, quiso volar tan alto que se ha metido en una jaula judicial de pronóstico reservado (y falta todavía por conocerse toda la historia con los aviones, sobre la que el melenas aéreo podría impartir una cátedra extraordinaria).

-El Hermanísimo. Músico de temperamento peculiar, con problemas de empleo tras tirarse ocho años en Rusia, recurrió también al presi-dedazo. Al igual que en el caso de la seudo primera dama, la prensa libre lo ha pillado con el carrito del helado. Un caso claro de nepotismo, que se convertirá en el gran espectáculo que le amargará a Número Uno el comienzo del año (si no acaba viéndose forzado a convocar antes).

-El Maratoniano del Amor, el primer hombre fuerte de Número Uno. Maestro de escuela e hijo de un torero, vivió primero de la cooperación y luego del partido. Gastaba una pinta sospechosa, en especial para los que somos lombrosianos, y acabó cumpliendo los pronósticos. Trinques, mucha verbena noctámbula y una pulsión amatoria de pago desatada. Ahora está a secar intramuros, con lo que su nivel de cabreo va in crescendo y se ha convertido en una bomba de relojería para su examigo.

-El Muy Noble Maletero. Elogiado por el presidente en sus memorias como un ejemplar y servicial militante navarro, este exportero de lupanar y excortador de troncos resultó también lo que parecía, o peor: un tipo muy extraño, que lo grababa todo –¡hasta sus visitas al excusado!– y de una voracidad pantagruélica a la hora de cazar comisiones.

-Trincanabar, el segundo hombre fuerte de Número Uno. El PSOE siguió con su casting de talentos con otra apuesta segura: un concejal navarro, técnico de frío de profesión. El paisano montó un chiringuito con un avispado y pequeño empresario vasco, que se convirtió en el núcleo de un entramado de A&T (Adjudica y Trinca). Además, tutelaba las incursiones de la fontanera en las cloacas, en ocasiones para proteger a Número Uno en sus líos familiares.

-Marisu de Triana. Esta alborotada señora es la número dos del Gobierno y el partido, amén de ministra de Hacienda, sin preparación para ello (aunque da igual, porque España es el único país de Europa, o del mundo, donde se proclama que es normal carecer de presupuestos). Esta Navidad, a Marisu habrá que regalarle unos guantes de amianto, porque ha puesto las manos en el fuego por medio PSOE para acabar chamuscándoselas siempre. El elegido que colocó al frente del Tribunal Económico Administrativo cayó por cobrar por ayudar a resolver litigios que luego él resolvía, caso que destapó Entrambasaguas aquí. Y el afín al que situó al frente de la SEPI, que era su interventor en Andalucía, acabó trabajando en el chiringuito navarro de Cerdán, donde en solo año y medio se hizo con una fortuna inmobiliaria.

-Lechugas y chistorras. El anterior tesorero del partido anda también enfangado en tribunales, porque resulta que en pleno siglo XXI, el PSOE, inflexible a la hora de crujirnos con su rapacidad fiscal, tenía la curiosa costumbre de pagar en sobres de billetes a su gente. El juez ha reclamado todo el historial de pagos en metálico. Medio partido está temblando, y Número Uno tampoco tiene buena cara.

-El «honrado y querido» fiscal general. Un fámulo del PSOE que se prestó a un gravísimo caso de guerra sucia política. Como no podía ser de otro modo, ha sido condenado por ello y apartado de su puesto por el primer tribunal del país, al que el Gobierno pone a parir, por supuesto.

-El Querido Asesor Paco. Entrañable amigo de Número Uno desde los días de las primarias que hicieron posible su despegue. Se dedicaba al baboseo contra las mujeres en el mismo corazón de la Moncloa. Su amigo lo tapó y el partido desoyó las clarísimas denuncias de dos militantes. El PSOE, que es tan feminista como El Fary –que en gloria esté–, tardó seis meses en reaccionar. Solo lo hizo porque el escándalo machista saltó a los medios.

-El Desastre Gallego. Besteiro hizo añicos al PSOE en las elecciones gallegas, pero conservó su puesto. ¿Por qué? Fácil: lisonjea al líder hasta lo ridículo. Es además el dirigente que desoyó las denuncias de varias militantes contra los acosos sexuales del presidente de la Diputación de Lugo. El sospechoso ya ha caído. Besteiro irá detrás.

-El Reprobadísimo. El juez que ejerce de ministro del Interior, varias veces reprobado por el Congreso, fue condenado en tribunales por la destitución ilegal de Pérez de los Cobos, alto mando de la Guardia Civil. En una democracia, un baldón así se lleva por delante al ministro al instante. Pregunta fácil: ¿es realmente la España sanchista una democracia?

-Vocación de Orco. El ferrocarril se ha convertido con él en un bochorno. Las autovías del Estado se encuentran en situación comatosa. Pero él no se dedica a eso, sino a embestir en las redes sociales. Está muy ocupado subiendo memes a X y amenazando a jueces, periodistas y adversarios políticos.

La banda de Curro Jiménez era un dechado de virtudes comparada con Sánchez y sus equipos.