Roban en Correos y nos roban el país
La desaparición de 124 papeletas no es nada comparado con el agujero de 1.200 millones que dejó el amigote de Sánchez. Tampoco ante todo lo que hizo después Leire Díez, paradigma de estos años tristes
El 2 de junio de 2018, unas horas después de la moción de censura contra Mariano Rajoy, Pedro Sánchez se presentó en el Palacio de la Zarzuela para prometer el cargo. Le acompañaron hasta allí dos personas: Maritcha Ruiz Mateos, su directora de Comunicación, a la que acabaría colocando al frente del Hipódromo de la Zarzuela con un sueldo de 84.000 euros anuales, y Juan Manuel Serrano, Juanma, su jefe de Gabinete.
Para entender el sanchismo basta con coger un calendario. Ese día 2 de junio, Pedro Sánchez promete el cargo ante el Rey. El día 30 (no ha pasado un mes desde la toma de posesión) se sube a un helicóptero Super Puma del Ejército del Aire para llegar a tiempo a la boda de su cuñado en La Rioja. Tres semanas más tarde, el 20 de julio, le da uno de los primeros calentones al Falcon para ver un concierto de The Killers en Benicassim. Y el 25 de julio, solo unos días después, Correos emite un comunicado donde anuncia que Juan Manuel Serrano Quintana, su amigo y jefe de Gabinete, asume la presidencia de Correos.
A la vista de esta cronología, cabe hacerse una pregunta: ¿Al sanchismo lo corrompió el poder o ya venía corrupto de casa? Con esa predisposición al enchufe y al uso y disfrute de los recursos del Estado, más bien lo segundo.
Pero volvamos a Correos: porque Juanma Serrano estuvo en la empresa cinco años y dejó un agujero de 1.200 millones de euros. Todo esto mientras se levantaba más de 200.000 euros anuales, Leire Díez iba haciendo de las suyas y empleados con décadas de servicio cobraban sueldos que rozan el salario mínimo interprofesional.
Si Correos fuese una empresa privada, seguramente Juanma Serrano estaría siendo juzgado ahora mismo por administración desleal, y con altísimas probabilidades de entrar en la cárcel. Pero como el dinero público no es de nadie (o eso dijo Carmen Calvo) todos estos destrozos se los traga la tierra. Y lo que es peor: se los cobran a los ciudadanos y a los empresarios honrados (que se juegan su patrimonio y no el de los demás) con una de las fiscalidades más hostiles de Europa, provocando a su vez otro efecto nocivo: que haya muchos más españoles dispuestos a opositar para trabajar en Correos –una empresa ruinosa– que con ganas de emprender un negocio.
Por eso, que roben 124 papeletas en una oficina de pueblo no es nada comparado con el país que nos están dejando. Si Sánchez quiere adulterar unas elecciones, no manda un caco a reventar una caja fuerte: tiene a mano métodos mucho más sofisticados. Y sobre todo tiene ya la televisión, el CIS, el BOE y toda clase de subsidios. Y si aun así no le llega, se compra la investidura con el dinero de todos y que pase el siguiente: se llame Juanma o Maritcha.