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Unas líneasEduardo de Rivas

Sánchez enseña su palacio y tú no te compras ni un trastero

El presidente permanece ajeno a los problemas de una sociedad condenada a que sus jóvenes sean incapaces de comprar una casa, mientras él disfruta como propio lo que no le pertenece

Acabado el Mensaje de Navidad del Rey, doce minutos tardó Sarah Santaolalla, supuesta analista política de TVE, en tuitear que «el acceso a la vivienda es un problema, dice el Rey desde un palacio». Gabriel Rufián ni siquiera esperó a que Felipe VI terminara su alocución y a los cinco minutos ya publicaba un pantallazo del Rey diciendo «…el acceso a la vivienda es un problema…».

Dos días después, el presidente del Gobierno, en su nueva faceta de tiktokero guay que busca la atracción de los jóvenes, se vistió de agente inmobiliario para enseñar algunos salones del Palacio de la Moncloa. Se imaginarán que ni Rufián ni Santaolalla han abierto todavía la boca al respecto, por mucho que el Rey no tenga poderes para favorecer el acceso a la vivienda y Pedro Sánchez sí.

«Hoy os voy a hacer un pequeño house tour en plan Isabel Preysler», empezaba diciendo el presidente en su vídeo, un comentario nada casual y muy dirigido, ya que la socialite había reconocido recientemente que no podía decir «nada bueno de este Gobierno». Les faltó tiempo a sus hooligans para reírle la gracia y señalar que solo le faltaban los Ferrero Rocher.

El mensaje tiene un trasfondo mucho mayor del que podemos pensar a primera vista. Es el de un presidente que permanece ajeno a los problemas de una sociedad condenada a que sus jóvenes sean incapaces de comprar una casa, mientras él disfruta como propio lo que no le pertenece. El español medio no consigue ahorrar ni 20 euros, pero asiste atónito a los dispendios del sanchismo, con el hermano del presidente viviendo a cuerpo de rey en Moncloa o la familia de Begoña, pasando el verano en un palacio en Lanzarote propiedad del Estado.

Y todo mientras el Gobierno no ha hecho nada en siete años para rebajar el precio de la vivienda. Se creó un ministerio específico que no ha servido más que para dar problemas y para echar la culpa al PP, que gestiona la mayoría de las comunidades. Se prometió la construcción de no sé cuántas mil viviendas públicas que nunca llegaron y se dijo una y otra vez que desde el Gobierno central no se podía hacer nada más porque Ayuso era muy mala y porque los ricos tenían la culpa de todo.

Esa estrategia de exprimir al propietario y ponerlo en la diana solo ha conseguido que cada vez haya menos pisos en el mercado y que el precio aumente. Es lo que viene siendo la ley de la oferta y la demanda, el capítulo que Sánchez olvidó escribir Sánchez en su tesis fraudulenta. Mientras otras capitales europeas, como Bruselas, han logrado contener el precio a base, fomentar la oferta con leyes favorables a los caseros, en España se pretende topar los precios para ahuyentar a los que todavía se atreven a entrar en el mercado inmobiliario. Un plan sin fisuras para un presidente al que ya le da todo igual y sigue disfrutando mientras pueda de los palacios del Estado.