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El astrolabioBieito Rubido

¿Odia Sánchez a España?

Sánchez no odia a España, pero sí a los españoles. Sánchez no odia a España, pero la está destrozando por puro egoísmo. Sánchez no odia a España, pero en el final de esta huida hacia delante, sin objetivo noble alguno, tal vez la acabe odiando

Zoé Valdés, una brillante escritora cubana a la que tenemos la suerte de contar entre nuestras firmas habituales en la sección de Opinión, decía la semana pasada, en este mismo diario, que Pedro Sánchez odia a España. Es infrecuente que el presidente de un gobierno deteste a su propio país, a su nación. Al fin y al cabo, detentar el poder es siempre un privilegio, incluso en los casos en que se ganan las elecciones, y gobernar España debe ser uno de los grandes honores a los que un nacional puede aspirar. Por tanto, no creo que Sánchez odie a su país. Aunque a tenor de las iniciativas que toma da la impresión de que sí. El desmantelamiento progresivo que está llevando a cabo del armazón del Estado, del patrimonio común, de la propia democracia, evidencia que no carece de sentido de la Historia y de sentido de Estado. Pero eso no quiere decir que lo odie. Lo que ocurre es que se ha aliado con aquellos que han demostrado reiteradamente una abierta animadversión a todo lo que tenga que ver con España. A saber, Otegui, Puigdemont, Junqueras, los del PNV y toda la extrema izquierda comunista, tan propensa a los estados centrales, aunque embarcada ahora en el desmembramiento de la nación española.

La pregunta es: ¿Cómo un político puede odiar el país que gobierna, del que ha heredado prácticamente todo lo que es? Yo creo que Sánchez no odia España. Lo que en realidad le ocurre es que su personalidad, que yo no me atrevo a calificar, responde a parámetros no habituales que se deslizan entre un narcisismo patológico y una carencia de empatía total. Ni sufre ni padece. El narcisismo lo lleva a querer ser presidente hasta la eternidad, algo que no ha logrado ni el más fiero de los dictadores. La carencia de empatía le permite, sin dolor alguno ni tormenta íntima, ceder todo lo que sea necesario para mantenerse un mes más en la Moncloa. En él todo es improvisación. No hay proyecto. Resistir es la consigna. Claro que con esa actitud se puede llevar por delante a España y a los españoles.

La tolerancia que en este país se está teniendo con este personaje evidencia la falta de cultura política que padece nuestra sociedad. Falta de cultura y una animadversión irracional al oponente político sin un análisis riguroso de las causas y de las motivaciones de unos y otros. Es aplicable a todo el arco político. A todos, menos a Sánchez, cuya trayectoria no admite disculpa ninguna, y a los partidos ya mencionados que operan contra el bien común de los españoles que no es otro que el proyecto democrático y constitucional de convivir en paz.

Sánchez no odia a España, pero sí a los españoles. Sánchez no odia a España, pera la está destrozando por puro egoísmo. Sánchez no odia a España, pero en el final de esta huida hacia delante, sin objetivo noble alguno, tal vez la acabe odiando.

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