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14 de mayo de 2024

Cartas al director

El Poder Legislativo

Todos los países se organizan de modo que su poder se distribuye en tres partes, otros tres poderes: Legislativo, Judicial y Ejecutivo; el que hace las leyes, el que juzga con arreglo a ellas, y el que gobierna. Son las tres patas del taburete que constituye el Estado. Si una falla, lo normal es que el asiento, o sea, el país, cojee. Las tiranías suelen reunir más de uno de esos poderes en la misma persona o grupo, pero en las democracias hay equilibrio entre los tres, se coordinan entre sí, pero también se vigilan y se equilibran los tres poderes.
En España el poder legislativo radica en las Cortes, Congreso y Senado, que, además de elaborar las leyes por las que nos regimos, tiene otra función, la de representación del pueblo. De ahí la estrecha relación de ambas; es el pueblo el sujeto del poder, el que decide qué leyes deben regir, y son sus representantes, las Cortes, quienes las elaboran. Hoy, parece existir una falsa creencia y es la de considerar que tener la mayoría en la representación, es decir en las Cortes, supone tener los tres poderes. Es de la máxima importancia la labor legislativa; tarea que concierne al Gobierno (proyectos de ley), pero también a la oposición (proposiciones de ley). Ambas posibilidades conducen a un debate en las cámaras con el objeto de mejorar los textos. Queda una tercera posibilidad de legislar, el decreto-ley, reservado para casos de extraordinaria y urgente necesidad, que, sin embargo, a posteriori deben ser sometidos a debate y votación en un máximo de treinta días en el Congreso. Este procedimiento no es completamente pacífico, precisamente por la determinación de la urgencia, que queda en manos del Gobierno. De ahí que hasta el pasado reciente no se haya hecho un uso tan abundante de este modo de legislar.
La tarea legislativa actualmente está siendo criticada, y seguramente con razón y con ello estamos asistiendo, indefensos, a una degradación de nuestro régimen, hasta el punto de ser considerados mundialmente como una democracia deficiente. La cuestión a analizar es si ello se debe a la tarea legislativa o también a la ejecutiva. De ser así no es sólo que el taburete cojeará, es que se caerá.
Por ahora, afortunadamente, el Poder Judicial está en su lugar, y ya ha dado ejemplos de ello corrigiendo al Legislativo y al Ejecutivo en varias sentencias que están en la mente de todos; y lo peor es que se avecinan más conflictos.
Sobre tres pies se apoya el Estado, si fallan dos nos irá mal. Quizá en próximas fechas el pueblo soberano estime necesario cambiar una o dos de las patas defectuosas; no sé si me explico.

Luciano Ibañez Dobon

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