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Cartas al director

¿Por qué no te callas?

Qué bien les vendría a buena parte de nuestra clase política recordar, antes de hablar, la famosa frase que encabeza este escrito. Especialmente oportuna cuando vemos que las actuaciones y declaraciones de nuestros representantes, en buena parte de los casos, desconocen virtudes como sinceridad, prudencia y sentido común. Veamos algunos ejemplos. Empecemos por el presidente del Gobierno, paradigma de la mentira. Basta tomar la hemeroteca para ver que tendrían que salirle los colores, y estar muy calladito, con su granado panel de mentiras. Ni se inmuta. Además, no se había enterado de la corrupción que le rodeaba, nada menos que con los dos jefe de organización de su partido nombrados por él mismo. Habría que recordarle que los lamentos y perdón no valen, como así se lo exigía al gobierno cuando era oposición y hoy, en el poder, no se lo aplica a sí mismo.

Sigamos con Sumar, Podemos y los compañeros de viaje del «sanchismo», los nacionalismos. Mucho bla, bla, bla... pero no le dejarán caer ni en broma, porque no tendrán otra oportunidad como ésta ante un gobierno tan débil. Le sacarán la hijuela. Y la oposición, ¡qué dice la oposición! Pues ahí tenemos a los dirigentes del PP, haciendo sorprendentes malabarismos dialécticos para distanciarse obsesivamente de Vox. Pero... ¡almas cándidas!, un poco de prudencia. ¿No veis que, posiblemente, vais a necesitar la ayuda de Vox si llegáis a ganar las elecciones, según lo indican todas la encuestas? No aprenden. Finalmente, Vox con sus equívocos apoyos trumpistas. O las disparatadas y confusas opiniones como, entre otras, las que acabamos de oír en alguno de sus portavoces sobre la inmigración y sus disquisiciones sobre deportaciones abusivas, que tienen que ser corregidas por su propio jefe.

Lo dicho, ¡que bueno es callarse a tiempo! Se echa en falta sinceridad, prudencia y sentido común.