Fundado en 1910

Cartas al director

Esa España nuestra

Es curioso es que haya tenido que venir una empresa de origen francés (Puy du Fou España, se llama) a dedicar un espectáculo que realza con tanta pasión «lo español».

Para verlo tuvimos que desplazarnos más de cuatro horas en coche hasta Toledo, subir dos veces andando las cuestas que van desde el hotel, en la orilla del Tajo, hasta la Plaza Mayor (luego descubrimos las escaleras mecánicas, tarde) y por fin desplazarnos en coche allá, «enca dios», para mezclarnos entre más de siete mil personas que habían aparcado, como nosotros, en una inmensa escampada de polvo y arena. Veníamos preparados, no hay problema.

Yo por mi parte, en estos tiempos de internet y de redes, había procurado no informarme, para nada, sobre lo que me iba a encontrar. Nada. Sin prejuicios ni ideas preconcebidas, quizás por la confianza que después de tantos años tengo en el promotor de todos mis viajes (mi cuñado, no falla), y quizás también porque a estas alturas y con lo que llevamos vivido, ya no esperas que nada vaya a sorprenderte de aquella manera.

Durante un día completo te hacen revivir los grandes momentos de la historia de España: Recaredo, El Cid –¡qué buen vasallo!-, las Navas de Tolosa, la Reina Isabel y Colón; Lope de Vega y Cervantes; la Independencia de «los gabachos», la Revolución Industrial, y… ¡¡Bang!! Esa guerra entre hermanos.

Ese «bang» y otros que a lo largo del día te va llevando con mano diestra, como el torero a la fiera, y que hace que te sientas parte de algo superior, de algo que está por encima de los egos… «Nada nos obliga a luchar, pero el pueblo que no lucha está condenado a vivir sometido».

La verdad es que la gente salía henchida y orgullosa de formar parte de este nuestro pueblo y de nuestra Historia, con mayúsculas. Y ya de vuelta, te ves cavilando para tus adentros y concluyendo que, definitivamente, luchar por eso merece la pena.