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En primera líneaPablo calvo-Sotelo

Calculadora de pactos

Llego a la humilde conclusión de que se repetirán las elecciones en Navidad, votarán en ellas hasta los Reyes Magos y esperemos que no nos traigan carbón ni calculadora de pactos

Actualizada 01:30

La calculadora de pactos poselectorales disponible en cualquier periódico digital me recuerda a esos exámenes de matemáticas del colegio en los que, excepcionalmente, te dejaban usar la calculadora. Daba igual, el examen seguía siendo un irresoluble y monumental lío, y encomendarse al milagro seguía siendo la única opción. Sin embargo, la frustración ante el suspenso era mucho mayor.

Algo parecido pasa hoy en el complejo panorama político nacional, que no hay calculadora ni IA que lo resuelva. El rebaño electoral anda muy despistado y sus pastores aún más, en especial, los pastores independentistas que no saben por dónde tirar porque parece que nada les conviene, y eso, claro, agudiza el alboroto del rebaño. Con este espectáculo, el personal se deja llevar por la intuición a falta de razonamiento posible.

En el contexto de este guirigay, perdónenme la osadía, me animo aquí, no sin algo de desenfado, a intentar ordenar y relacionar algunas ideas con la vana intención de llegar a alguna conclusión más o menos entendible.

La inmediata reacción de Otegui (la primera del Club Frente Popular) en la noche electoral del 23-J, afirmando que habían ganado los antifascistas y que apoyarían sin fisuras la investidura de Sánchez, me hizo pensar en ZP, qué curiosa es la cabeza. Hacía pocas semanas que Zapatero se había paseado por las radios diciendo de forma rimbombante que bajo su mandato él había acabado con ETA. ¿Cómo es posible, pensé, que su heredero más notable (Otegui) se tirara de esa forma perruna por el suelo ofreciendo sin reservas su apoyo al heredero directo (Sánchez) de un ZP liquidador de la ETA? La respuesta era sencilla y sin tapujos: ZP no acabó con ETA. Sí es cierto, eso sí, que durante su mandato desenchufó dignamente y por encargo (de la propia ETA) la máquina a la que la ETA estaba atada y que la mantenía con vida de un coma irreversible al que llegó golpeada por la fuerza de la ley, la valentía serena y la moral sin fisuras del Gobierno de Aznar, con Mayor Oreja al frente de Interior. Hay cosas sabidas que es bueno recordar.

Continuemos con la noche electoral. ¿Por qué el PNV también con rapidez (¡ojo! El PNV no pertenece al Club Frente Popular) salió esa noche rasgándose las vestiduras mientras sacaba la cabecita diciendo al PP y a VOX que se olvidaran de contar con ellos para investir presidente a Feijóo? Me apresuré a mirar el escrutinio diligentemente avanzado en el País Vasco a esas horas tempranas de la noche y di con la respuesta: PSOE, Bildu y Sumar tenían juntos un insólito 60 por ciento de los votos en el País Vasco. En fin, no era más que una simple cortina de humo escondiendo el desastre. ¿Significan esas declaraciones que van a apoyar la investidura de Sánchez? De ninguna manera, por las siguientes razones: a) El blanqueo y protagonismo de Bildu en la era Sánchez es una máquina de votos para Otegui que funciona como un reloj suizo. b) Las reivindicaciones catalanistas que solo Sánchez puede atender (el famoso café para todos) romperían el privilegiado statu quo del que el PNV disfruta en solitario desde hace más de 40 años. c) Gracias a Sánchez, Bildu ya no cuenta con el PNV para sus anhelos independentistas. El Frente Popular le ha puesto un cordón sanitario al PNV que empieza a sufrir un desagradable bullying en el patio del árbol de Guernica. Conviene recordar que si los de indumentaria de leñadores (a la sopa boba) sin bosque y sin hacha (la tiene entretenida todavía la serpiente) y con ese corte de pelo de Colegio Mayor en época de novatadas, llegaran al poder en Vitoria se merendarían a los «oligarcas» del PNV. d) Aunque les sorprenda, al PNV le interesa la unidad de España.

Ilustración: Calculadora de pactos

Lu Tolstova

Tan desastroso ha sido su resultado del pasado 23-J (hagan las extrapolaciones que quieran, usen, sin quemarse, la cocina de Tezanos, maticen que en las Generales hay una participación del 70 por ciento y en las autonómicas del 50 por ciento raspado, aleguen que el PSOE recibe en las Generales votos prestados del PNV, que a Bildu, en cambio, siempre le votan los mismos…) que en las elecciones autonómicas de la primavera que viene, el PNV puede no tener mayoría absoluta ni siquiera contando con los escaños de un PP al alza. Tienen que parar de alguna forma esta sangría. Y además, se están dando cuenta de que cualquier plan estratégico de Bildu para el futuro vasco ya no pasa por ellos. Para botón de muestra, lean la entrevista de hace pocos días en El Independiente a un asustado Anasagasti transmutado en progresista que ha abandonado la política pero no a su peluquero de siempre.

El PP tiene ahí la misma exitosa moneda de cambio que utilizó Sánchez en la moción de censura de Rajoy: «Tú verás lo que te inventas (con la moción de censura de Rajoy, ya sabemos que el PNV se inventó aquella falacia de la insoportable corrupción del PP apoyándose en la peliculera sentencia El Juez viste de Prada), pero como votéis a favor de la investidura de Sánchez (la abstención no sería suficiente 172/173) no moveremos un dedo en la primavera del 24 y ya veréis como el Frente Popular, con Bildu a la cabeza, os echará de Ajuria Enea vestidos de toreros».

El PNV ha empezado a enseñar la patita, esa con la que votará que no a Sánchez, exigiendo al propio Sánchez un Pacto de Estado (imposible) que solucione el problema territorial del Estado para los próximos 20 años.

¿Qué gana el PNV con la repetición electoral? Cuatro cosas: 1.- El apoyo secreto e incondicional del PP en las elecciones autonómicas vascas de la próxima primavera. 2.- Frenar ese preocupante terremoto electoral, blanco y disparado, de Bildu con epicentro en Madrid. 3.- Silenciar la actual y sorprendente sintonía entre Bildu y el PSOE. 4.- Tiempo para pensar dónde están.

De Junts y Puigdemont nada podemos decir porque ni ellos mismos saben dónde tienen la mano derecha ni la izquierda pero tiene pinta de que, al final, se acabarán metiendo en la aventura de votar a favor de Sánchez, aunque solo sea por intuición.

De esta manera, llego a la humilde conclusión de que se repetirán las elecciones en Navidad, votarán en ellas hasta los Reyes Magos y esperemos que no nos traigan carbón ni calculadora de pactos.

  • Pablo Calvo-Sotelo es abogado
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