«Que la enseñanza de tan gran maestro anime cada vez más el camino de todos los discípulos del Señor hacia la plena comunión». Esta es la esperanza con la que el Papa Francisco ha firmado el decreto del 21 de enero en el que declaraba a San Ireneo de Lyon Doctor de la Iglesia, con el título de Doctor unitatis.
En las motivaciones que preceden a la proclamación, el Santo Padre destaca dos aspectos de la vida y la obra del santo que «vino de Oriente» y «ejerció su ministerio episcopal en Occidente»:
«Él fue un puente espiritual y teológico entre los cristianos de Oriente y Occidente. Su nombre, Ireneo, expresa esa paz que viene del Señor y que reconcilia, reintegrando la unidad».
Fue el pasado día 20 de enero cuando se dio el último paso para este pleno reconocimiento del obispo de Lyon del siglo II, con la aceptación por parte del Pontífice del dictamen afirmativo de la Congregación para las Causas de los Santos. Francisco ya había hablado también de él el 7 de octubre del año pasado, cuando se reunió con el Grupo Mixto de Trabajo ortodoxo-católico San Ireneo, y destacando, como ha vuelto a hacer hoy, su papel de «gran puente espiritual y teológico entre los cristianos de Oriente y Occidente» y la misión de paz ya impresa en la raíz griega de su nombre: Ειρηναίος (Eirenaios), que significa «pacificador».
La paz del Señor, había dicho el Papa en aquella ocasión, «no es una paz 'negociable', fruto de acuerdos para proteger intereses, sino una paz que reconcilia, que reintegra en la unidad. Esta es la paz de Jesús».
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