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02 de mayo de 2024

David Blázquez, María Solano y Ricardo Calleja durante la mesa redonda

David Blázquez, María Solano y Ricardo Calleja durante la mesa redonda

II Jornadas Internacionales de Estudio Luigi Giussani

Las tres fechas tras el Concilio Vaticano II que han marcado el cristianismo actual

David Blázquez y Ricardo Calleja han abordado en una mesa redonda moderada por María Solano los retos actuales de la Iglesia y de los cristianos en el mundo cultural

La tarde de la segunda jornada de las II Jornadas Internacionales de Estudio sobre Luigi Giussani, ha comenzado con una mesa redonda bajo el título Iglesia y sociedad desde el Concilio hasta hoy, moderada por María Solano, decana de la Facultad de Humanidades y Ciencias de la Comunicación de la Universidad San Pablo CEU. Como ponentes, han participado Ricardo Calleja, profesor, asesor de política exterior en el Parlamento y "buen conocedor de la vida de Giussani; y David Blázquez, doctor en Derecho, director de un colegio mayor y autori del poemario Lugares comunes.
La primera de las preguntas que Solano ha lanzado al aire ha sido: «¿Qué está pasando con el cristianismo hoy en día?». Consecuencia directa del tiempo en el que vivió Giussani, hay dos fechas concretas que ambos ponentes han destacado como claves en la deriva actual: 1968 y 1989.
«El 68 fue un evento que revolucionó el mundo cultural europeo occidental, la Iglesia del postconcilio y el movimiento Comunión y Liberación, que en esos momentos estaba en su adolescencia», ha explicado Blázquez. La jerarquía de la Iglesia del momento, tanto el Papa Pablo VI como Giussani, comprendieron que en su origen había algo humano, verdadero, un deseo de autenticidad, aunque también lo que Blázquez ha venido a llamar «las ingenuidades del 68»: prescindir de la autoridad, del pasado y la primacía de la acción. «En ese intento por comprender la acción cristiana en el mundo cultural, cuál es la presencia de los cristianos en el mundo -ha analizado Blázquez-, confluyen tres personajes religiosos destacados del momento: Joseph Ratzinger, Luigi Giussani y Pablo VI».
Después del Concilio Vaticano II (1962) y de 1968, ya no bastaba la tradición según la experiencia cristiana. «Se necesita una mentalidad nueva. Recuperar las razones de la fe. Eso sucede solo si hay un encuentro personal con Cristo», exclama el autor de Lugares comunes. En ello coincide Calleja, quien ha explicado que la Iglesia va al concilio al encuentro con el mundo, pensando que iba a encontrar algo que terminó siendo todo lo contrario. «Había una ilusión por encontrarse con un mundo con el que tenía muchas cosas en común, pero que no fue así. El diálogo con las ideologías, con el comunismo, con el liberalismo, el neoliberalismo, no ha llevado muy lejos», ha anotado el asesor en política exterior. Por tanto, ha continuado, las expectativas de que bastaba con ponerse a dialogar no se han alcanzado.
En todo este proceso, algo negativo y algo positivo ha ocurrido. Lo primero, según Calleja, el diálogo de la Iglesia con el mundo no lo ha «reevangelizado». Lo segundo: «En un mundo que llegaba a ser anticlerical ahora hay una indiferencia total ante el fenómeno religioso». En esta «desconexión», se hace todavía más importante la esperanza. «Por mucho que el mundo se aleje y las ideología se corrompan, el corazón humano es el mismo y en el encuentro con las personas Jesucristo sigue teniendo algo que decir y, por lo tanto, el cristiano», ha afirmado el profesor y asesor recordando una cita de Benedicto XVI que el Papa Francisco ha recuperado en varias ocasiones.

No se comienza a ser cristiano por una decisión ética o una gran idea, sino por el encuentro con un acontecimiento, con una Persona, que da un nuevo horizonte a la vida y, con ello, una orientación decisivaDeus Caritas Est, encíclica de Benedicto XVI

El segundo gran hito que ha marcado el papel de la Iglesia en la sociedad actual fue 1989, cuando cae el muro de Berlín y con él, la ideología comunista. ¿Cuál era el ideal del 89 que no se quería perder? Se pregunta Blázquez. «El deseo de autenticidad, el querer dar la vida por algo», responde. Giussani, recuerda el doctor en Derecho, en una entrevista en el año 92, dijo que a los jóvenes no se les ha propuesto nada. Tras el 89, «sale una sociedad y una juventud entregada a una comodidad que no genera personas más abiertas a acoger la verdad del cristianismo», analiza el poeta.
«La tercera fecha, la que marca el mundo en el que estamos hoy, si le hubiéramos preguntado a Juan Pablo II, habría dicho que era el milenio, los 2000», ha anunciado el asesor en política exterior, cuando tras la caída de las ideologías, la sociedad occidental se «revitaliza». Sin embargo, otros dos momentos clave se pueden sumar a esta lista: 2008, cuando la crisis financiera puso en evidencia la decadencia del mundo liberal; y el día de hoy, después de la pandemia, en la que hay que recuperar la presencialidad, la corporalidad, los espacios comunes, «frente a un mundo en el que al poder no le interesa la comunidad», analiza Calleja.
«¿Qué nos habría dicho Giussani hoy de cómo lo estamos haciendo, para alentarnos y darnos ganas de seguir adelante?», ha vuelto a preguntar Solano. La respuesta, recuerda Blázquez, igual que habló a los jóvenes en el 68 en Milán: «Nuestro planteamiento y nuestras acciones se distinguen porque le esperamos a Él día y noche». En esta espera, destaca el profesor y asesor, y como misión de la Iglesia y de todos los que la formamos, «el cristianismo no puede renunciar a hacerse culturas, en plural, y tampoco a tener una presencia pública».
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