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26 de abril de 2024

Armando Zerolo
CARTAS DE LA RIBIERA

El punk nuestro de cada día

Lépori es el protagonista de algo muy bestia que podría titularse 'This is Spain'. Un auténtico transgresor, antisistema sin remedio, que se dirige a las Martas del Evangelio, a los consumidos por el ruido, a los que parece que no escuchan, pero que no se han dejado corromper por la autocomplacencia

Actualizada 10:13

La Iglesia es el punk de verdad, la música rompedora, la moda que no se lleva, los chicos malos de la ciudad. La única que rompe la costra burguesa, sin crestas ni cosmética.
Es ese raro lugar que tiene la virtud de hacer aflorar de vez en cuando a unos tipos que usan palabras que hieren la psicología, que irritan, que pinchan y que nos llevan más allá de nuestras posibilidades. Profetas que adivinan el presente, que atraviesan la epidermis y desvelan la necesidad oculta entre los pliegues del corazón, que alzan su palabra sobre el griterío. Mauro Lépori es uno de ellos, un profeta de nuestro tiempo, y el pasado fin de semana estuvimos con él.
¿Cómo es nuestra realidad? En la serie This is England nos damos de bruces contra ella. Una niña violada, un hombre de color maltratado por un neonazi y su corazón incapaz de olvidar, una joven adicta a la heroína porque la droga le calma la ansiedad, y una pandilla de amigos que tratan de crecer, como la rosa de Pascual Duarte, en un estercolero. Y en ese contexto, el guionista tiene la virtud de sacarnos de un culebrón lacrimógeno y autocomplaciente planteando la necesidad del perdón como única salida. Woody, el protagonista, lo dice: «Forgiveness is underrated» (el perdón está infravalorado).

No hay que ser un genio para darse cuenta de que algo nos falta, de que la vida es incompleta, y que nos sobran profetas de postín que sacan tajada

Es una imagen de hoy, personajes reconocibles, una época que es la nuestra, finales de los 80, chándales de colores, punkis domesticados, pastillas, desempleo, ciudades industriales abandonadas y una exigencia a flor de piel. Algunos que no estuvieron la pintan como la mejor época en la que podríamos haber crecido. Otros, los que la sobrevivieron, saben que allí también subieron los olores sulfurosos de los infiernos, el nacionalismo, las drogas y el desempleo, la desesperanza y la injusticia. Los hay que han sacado conclusiones, otros han encontrado combustible para alimentar la hoguera del resentimiento.
La liberación del deseo y la efusión de colores pop contra el triste burgués no eran suficientes para vencer la opresión de la vida desnuda. La heroína era el contenido de la lata pop. Este descubrimiento explica mejor que nada el resentimiento social de nuestros días, más abstracto aún que la «lucha de clases» y que la «liberación sexual». Es la revuelta contra el vacío y contra la necesidad.
No hay que ser un genio para darse cuenta de que algo nos falta, de que la vida es incompleta y, sin embargo, nos sobran profetas de postín que sacan tajada del asunto, como Rita Maestre, que nos felicitaba así el día del trabajo en un tuit: «Feliz 1 de mayo. Por un futuro donde trabajar menos para ser más libres y vivir mejor. Por un futuro en el que no necesitemos vivir para trabajar».
Yo le subiría la apuesta: «Por un futuro en el que no nos muramos», o «por un futuro en el que los ríos sean de cerveza y los chorizos cuelguen de los árboles», por un «futuro que sea una barbacoa sin fin», una fiesta eterna con todos nuestros amigos, los que se han perdido, y los que vendrán. Porque puestos a explotar la necesidad de que todo vaya mejor, es poco ambicioso echarle toda la culpa al pasado, o prometer que no ficharemos a las 9:00 en la oficina. Palabras necias, pero ¿quién las tiene mejores?
Lépori es el protagonista de algo muy bestia que podría titularse This is Spain. Un auténtico transgresor, antisistema sin remedio. Sus palabras son para las Martas del Evangelio, los consumidos por el ruido, los corroídos por las exigencias de la vida, los que han sido vencidos por la necesidad, los que parece que no escuchan, pero que no se han dejado corromper por la autocomplacencia. Les dice, nos dice: «Feliz la culpa que me permite vivir el abrazo de la misericordia, los ángeles no tienen experiencia de este abrazo». Forgiveness is underrated. No se me ocurre nada más punk.
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