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26 de abril de 2024

El monje Charles de Foucauld poco antes de fallecer

El monje Charles de Foucauld, poco antes de fallecer. Su vida fue una constante entrega, más sacada de una novela de aventurasGTRES

Canonizaciones en el Vaticano

Foucauld, el ermitaño del siglo XX al que hoy siguen más de 13.000 personas y al que Francisco hará santo

La Plaza de San Pedro volverá a ser una fiesta este domingo 15 de mayo después de tres años sin grandes eventos. Entre la canonización de diez beatos se encuentra Charles de Foucauld

Después de tres años sin grandes eventos, el Vaticano celebra la canonización de diez beatos. Entre ellos se encuentra Charles de Foucauld, un ermitaño que abandonó el Ejército francés para dedicarse a evangelizar en el desierto de Argelia. Una vida que parece sacada de una novela de aventuras y que culminó con martirio a principios del siglo pasado.
Lo que llama la atención es que este hombre, que vivió muchos años como ermita en el desierto, haya inspirado al menos 20 congregaciones e institutos religiosos. Según asegura a El Debate el postulador de la causa, el padre Bernard Ardura, los miembros de estas asociaciones suman 13.000 miembros. «Contrariamente a lo que muchos piensan, Foucould no vivía aislado. Cuando no había Twitter ni redes sociales, él escribía cartas. Conservamos miles de cartas con las que atraía a la gente», afirma Ardura.
Huérfano de padre a los seis años, el joven Foucauld ingresó en la academia militar francesa de Saint-Cyr en 1876, en busca de un futuro de gloria. A los 20 años, como oficial de caballería es enviado a combatir a Argelia, una de las colonias francesas más importantes en aquellos años. Tres años más tarde, decide abandonar el Ejército y dedicarse a un viaje de exploración científica en Marruecos, arriesgando su vida en una zona vetada a los europeos.

Los musulmanes que le acercaron a Dios

El contacto con musulmanes creyentes, que se tomaban en serio su religión, y su búsqueda permanente de la verdad le llevan a la conversión de la mano de un sacerdote de la parroquia de San Agustín, en París. Ahí comienza un camino de arrepentimiento y de búsqueda de la identificación con Jesús que recorrerá durante toda su vida, con escritos que han alimentado distintas congregaciones y asociaciones religiosas.
Durante algunos años vivirá en Tierra Santa, donde decide ingresar en la Orden Trapense. Una institución que termina abandonando para vivir como asistente de las Clarisas en Nazareth y después ordenarse sacerdote en 1901. A partir de entonces se dirige a Argelia, para evangelizar con el ejemplo de una vida pobre y entregada a los demás. «Mi apostolado debe ser el de la bondad», deja escrito en una de sus cartas.
De su trato con los beduinos, que en una ocasión le salvan la vida en el desierto, saca la conclusión de que «el buen Dios acogerá en el Cielo a todos aquellos que han sido buenos y honrados, aunque no fueran católicos». Y su objetivo, en la ermita que crea en el desierto, es muy claro: «Quiero habituar a todos los habitantes –cristianos, musulmanes y hebreos– a verme como su hermano». De hecho, el lugar en el que pensaba vivir en silencio y oración se encuentra a menudo rodeado de personas a las que escuchar y atender.
El monje Charles de Foucauld en una imagen tomada en Argelia en el año 1900

Foucauld, en una imagen tomada en Argelia, en el año 1900GTRES

Pobreza y fe

Una vida de pobreza y de fe que le llevan a escribir: «Padre mío, me abandono a ti. Haz de mi lo que quieras. Cualquier cosa que hagas de mi, yo te lo agradezco. Estoy dispuesto a todo, acepto todo, porque tu voluntad se haga en mi, en todas tus criaturas. No deseo otra cosa, Dios mío, pongo mi alma en tus manos, te la dono».
Foucauld muere a los 58 años, el 1 de diciembre de 1916, asesinado por rebeldes llegados de Libia, que provocan daños a cristianos y musulmanes. Desde entonces, sus cartas y escritos se veneran como los de un santo. De hecho, las Hermanitas de Jesús, un instituto religioso inspirado en su vida, ha creado un museo en Roma con algunas reliquias.
Claire Nicole, una de las religiosas de esta institución explica el sentido de conservar una sandalia y una brújula de Foucauld. «Son buenos símbolos, porque él quería estar en relación con la gente. La sandalia le permitía caminar y encontrarse con la gente y su brújula es porque caminó sin descanso en el desierto. Una brújula es muy útil cuando desconoces el camino».

Un legado que se expande por el mundo

Actualmente, forman parte de las Hermanitas de Jesús más de 1.400 religiosas, de 65 países distintos. Todas ellas atraídas por el ejemplo del hermano Charles, que trató de imitar la vida de Jesús en Nazareth. En el pequeño museo que tienen en Roma conservan algunas herramientas hechas a mano por Foucauld que demuestran las duras condiciones en las que vivió.
Junto a estas religiosas extendidas por todo el mundo, también son fruto de su espiritualidad los Pequeños Frailes de Jesús, la Fraternidad Sacerdotal Jesus-Caritas, la Fraternidad Secular Charles de Foucauld, los Hermanitos del Evangelio, las Hermanitas del Evangelio, la Comunidad de Jesús, los Pequeños Frailes de la Encarnación o los Discípulos del Evangelio, entre otras instituciones.
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