Bolsonaro y Lula da Silva se declaran la guerra santa por el voto cristiano
Mientras la Iglesia brasileña pide no politizar la fe cristiana, la lucha por el voto religioso ha fomentado la difusión de noticias falsas o fuera de contexto
El presidente de Brasil, Jair Bolsonaro, y el expresidente Luiz Inácio Lula da Silva han avivado la guerra santa en busca del voto religioso de cara a la segunda vuelta del próximo domingo, en la que la fe se ha convertido en un pilar central de la campaña por la presidencia de Brasil. La religión tiene una protagonismo en la vida cotidiana de Brasil fuera de toda duda, a pesar de ser un país laico. Aunque de mayoría católica, los últimos años ha crecido en influencia las diversas iglesias evangélicas; de hecho, estos han sido el pilar de la campaña de Bolsonaro. EFE
Con la Biblia como escudo y «Brasil encima de todo y Dios encima de todos» como lema, el mandatario brasileño ha peregrinado en los últimos meses por los templos en busca del apoyo evangélico, grupo que representa el 30 % del electorado carioca y qeu parece satisfecho con las promesas de la primera dama (Michele), de poner a «Jesucristo en el Gobierno» si su marido es reelegido. Lula, por su parte, trata de arrancar al presidente la bandera de los «valores cristianos». Por eso, se ha rodeado de clero, religiosos y pastores evangélicos; ha besado santos, entonado cánticos religiosos, rezado, y recibido bendiciones para ratificarse como un hombre creyente en Dios y deshacerse de la imagen de «comunista». EFE
Para apaciguar las sospechas de los evangélicos, Lula escribió la semana pasada una carta dirigida a los evangélicos en la que se comprometió con la libertad de culto y con la familia. «La familia es sagrada», declaró ante un grupo de evangélicos. Lula, favorito para las elecciones, reiteró su rechazo al aborto, retractándose de unas declaraciones realizadas meses atrás, cuando consideró la interrupción voluntaria del embarazo una «cuestión de salud pública», y que han servido de arma arrojadiza para Bolsonaro y sus aliados. Pero la carta no parece haber surtido su efecto, ya que fue rechazada de plano por algunos de los más influyentes líderes evangélicos del país, como el polémico pastor Silas Malafaia, quien ha contribuido a propagar desde el púlpito el bulo de que Lula cerrará iglesias si vuelve al poder. EFE
Desde grupos bolsonaristas se ha acusado a Lula de firmar pactos con el diablo, mientras que la oposición relacionó a Bolsonaro con la masonería, grupo que los evangélicos y católicos asocian con Satanás, y con el canibalismo. Por su parte, la Iglesia católica ha denunciado el uso de la religión como arma de campaña electoral y ha lamentado la «intensificación de la explotación de la fe» como camino «para captar votos en la segunda vuelta» de las elecciones, descalificando al contrario, tal y como ha sufrido el cardenal brasileño Odilo Scherer, arzobispo de Sao Paulo, quien se ha visto obligado a justificar el color rojo de su sotana, ratificar su oposición al aborto y su creencia en Dios tras ser acusado de «rojo» por los votantes más radicales de Bolsonaro. «Me parece revivir los tiempos de ascensión del fascismo al poder. Y sabemos de las consecuencias», lamentó el arzobispo paulista. EFE