
El Papa visitó por sorpresa la basílica de San Pedro para rezar antes de la Vigilia Pascual
«A pesar de las sombras que se ciernen sobre el mundo, Dios no permitirá que el mal tenga la última palabra»
Por primera vez en su Pontificado, el Papa Francisco no pudo participar de la Vigilia Pascual, aunque sí preparó la homilía, que fue leída por el cardenal Re, y visitó la basílica a media tarde
«En Jesús Resucitado tenemos la certeza de que nuestra historia personal y el camino de la humanidad, aunque todavía inmersos en una noche donde las luces parecen débiles, están en manos de Dios; y Él, en su gran amor, no nos dejará tambalear ni permitirá que el mal tenga la última palabra». El timbre quebradizo del cardenal Giovanni Battista Re, decano del colegio cardenalicio, ponía voz a las palabras con que el Papa Francisco se ha dirigido a todos los fieles a través de la homilía de la Vigilia Pascual.
Tal y como estaba previsto, por primera vez en sus 12 años de pontificado el Santo Padre no ha participado de la celebración litúrgica, tenida como «la madre de todas las santas vigilias», para guardar el reposo prescrito por los médicos tras la dura crisis respiratoria que lo mantuvo más de un mes en el policlínico Gemelli.
Visita exprés del Papa
Sin embargo, a media tarde Francisco sí hizo una breve visita de oración a la basílica de san Pedro, y fue visto en silla de ruedas (esta vez, con su sotana blanca) por una decena de sorprendidos peregrinos y turistas que visitaban el templo.
Después de que algunos de ellos colgasen en video del momento en sus redes sociales, la Santa Sede comunicó a los periodistas acreditados que «el Papa Francisco acudió a la basílica de San Pedro para un momento de oración», que se produjo ante el altar mayor del baldaquino de san Pedro, así como «para estar cerca de los fieles que en las próximas horas celebrarán la Vigilia de la Noche Santa de Pascua».
Llamamiento a la confianza en Dios
Durante su homilía en la Vigilia, el Papa expresó –por boca del cardenal Re– un hondo llamamiento a la confianza en Dios, frente a «las sombras de muerte que con frecuencia se ciernen sobre el mundo».
«Cuando sentimos aún el peso de la muerte en nuestro corazón –dijo–, cuando sentimos arder en nuestra carne y en nuestra sociedad las heridas del egoísmo o de la violencia, no nos desanimemos, volvamos al anuncio de esta noche: la luz resplandece lentamente incluso si nos encontramos en tinieblas; la esperanza de una vida nueva y de un mundo finalmente liberado nos aguarda; un nuevo comienzo puede sorprendernos aunque a veces nos parezca imposible, porque Cristo ha vencido a la muerte».
El Santo Padre enfatizó también en su mensaje la historicidad de la resurrección de Jesús, «que nos libera de una religiosidad abstracta», y que, sin embargo, sigue «el estilo de Dios», que nada tiene que ver con la creencia «ilusa de pensar que la resurrección del Señor lo resuelve todo mágicamente».
Sombras de muerte sobre el mundo
«La Pascua del Señor no es un evento espectacular con el que Dios se impone y obliga a creer en Él; no es una meta que Jesús alcanza por un camino fácil, esquivando el Calvario; y tampoco nosotros podemos vivirla de manera despreocupada y sin dudas interiores», reconoció el Pontífice en su homilía.
Al contrario, «no podemos celebrar la Pascua sin seguir enfrentándonos a las noches que llevamos en el corazón y a las sombras de muerte que con frecuencia se ciernen sobre el mundo: Cristo ha vencido el pecado y ha destruido la muerte, pero en nuestra historia terrena, la potencia de su Resurrección aún se está realizando. Y esa realización, como un pequeño brote de luz, nos ha sido confiada a nosotros, para que la cuidemos y la hagamos crecer», aseguró.
Una verdad esencial del Magisterio
En un ejercicio de creatividad expresiva, tan típico del lenguaje de Francisco –y que el propio cardenal Re enfatizó en su expresión durante la lectura de la homilía–, el Papa recordó que «Cristo, el resucitado, es 'el giro definitivo' de la historia humana».
Consciente de las múltiples tensiones internacionales que amenazan al mundo, y de los peligros de un progreso tecnológico que dibuja escenarios tan distópicos como posibles, el Sucesor de Pedro ha recordado una verdad esencial del Magisterio de la Iglesia: la linealidad de la Historia, que conduce al triunfo definitivo de Dios sobre cualquier mal posible. «Él es el futuro de la historia, el destino final hacia el que caminamos, para ser acogidos en esa vida nueva en la que el mismo Señor enjugará todas nuestras lágrimas 'y no habrá más muerte, ni pena, ni queja, ni dolor'», dijo, citando el libro del Apocalipsis.
Una responsabilidad personal
En línea con los mensajes que ha expresado a lo largo de todo su Pontificado, el Santo Padre insistió en la homilía de la Vigilia Pascual la importancia de que todos los católicos asuman su compromiso personal como testigos de su fe y «constructores de esperanza».
Algo que «podemos hacer con nuestras palabras, con nuestros pequeños gestos cotidianos, con nuestras decisiones inspiradas en el Evangelio: toda nuestra vida puede ser presencia de esperanza».
Y descendiendo de modo aún más concreto, Francisco animó a llevar «la esperanza de la Pascua» a «quienes carecen de fe en el Señor, a quienes se han extraviado, a los que se han rendido o caminan encorvados por el peso de la vida; a quienes están solos o encerrados en su propio dolor; a todos los pobres y oprimidos de la tierra; a las mujeres humilladas y asesinadas; a los niños que nunca nacieron y a aquellos que son maltratados; a las víctimas de la guerra».
«¡Hagámosle espacio a la luz del Resucitado y nos convertiremos en constructores de esperanza para el mundo», concluía.
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