
El mensaje de León XIV en las pantallas gigantes del estadio de beisbol de los White Sox
León XIV sale en las pantallas del estadio de los White Sox y pide «buscar a Dios en tiempos de dificultades»
El primer Pontífice norteamericano de la historia ha enviado un videomensaje a su diócesis natal de Chicago para invitar a los jóvenes a «promover la paz y la armonía entre los pueblos»
La voz del Papa León XIV, nacido en Chicago y, por tanto, el primer Pontífice norteamericano de la historia, se ha escuchado este fin de semana a través de los altavoces y de las pantallas gigantes del estadio de beisbol de los White Sox, uno de los equipos de las grandes ligas norteamericanas y referencia deportiva de la capital del Estado de Illinois.
En su videomensaje, el Santo Padre, que se ha confesado en diferentes ocasiones como un amante del beisbol y que según su hermano es aficionado de los White Sox, se ha dirigido a los jóvenes de su diócesis natal para animarlos a «buscar la presencia de Dios» y a «promover la paz» para «hacer de nuestro mundo un lugar mejor».
El Santo Padre se hacía partícipe de este modo en un encuentro diocesano juvenil, celebrado en el estadio local y presidido por el arzobispo de Chicago, el cardenal Cupich. Un encuentro de gran trascendencia para todo el país, puesto que Chicago es la tercera ciudad más poblada de los Estados Unidos, por detrás de Nueva York y Los Ángeles.
«Tiempos de grandes dificultades»
En su alocución, el Santo Padre se dirigió a los jóvenes de una forma cercana y directa: «Es posible que conozcan, sobre todo después de haber vivido el tiempo de la pandemia, tiempos de aislamiento, tiempos de grandes dificultades, a veces incluso de problemas en sus familias o en nuestro mundo actual», dijo León XIV.
Y consciente de la creciente increencia entre los jóvenes occidentales, añadió que «puede ser que las circunstancias de sus vidas no les hayan dado la oportunidad de vivir la fe, de vivir como miembros de una comunidad de fe».
Por ese motivo, aprovechó la ocasión «para invitarlos a cada uno a mirar en su propio corazón, a reconocer que Dios está presente y que, tal vez de muchas maneras diferentes, Dios los busca, los llama, los invita a venir a conocer a su Hijo Jesucristo, a través de las Escrituras, o tal vez a través de un amigo o un pariente, un abuelo o una abuela, que tal vez sea una persona de fe».
«El amor de Dios es capaz de curar»
El Santo Padre propuso a los jóvenes de Chicago, y en su nombre a todos los norteamericanos, «descubrir lo importante que es para cada uno de nosotros prestar atención a la presencia de Dios en nuestros corazones, a ese deseo de amor en nuestras vidas, buscar de verdad, y encontrar formas en las que podamos hacer algo con nuestras vidas para servir a los demás».
Asimismo, también se dirigió a aquellos jóvenes con problemas de salud mental o emocional, y a quienes «sufren diversas experiencias de depresión o tristeza», recordándoles que «pueden descubrir que el amor de Dios es realmente capaz de curar, que trae esperanza, y que, de hecho, al reunirnos como amigos, como hermanos y hermanas, en una comunidad, en una parroquia, en una experiencia de vida vivida juntos en la fe, podemos descubrir que la gracia del Señor, el amor de Dios, puede realmente curarnos, darnos la fuerza que necesitamos y ser la fuente de esa esperanza que todos necesitamos en nuestras vidas».
Empezar por nosotros mismos
León XIV, que antes de ser consagrado obispo fue durante años superior general de los agustinos, se dirigió a los jóvenes con palabras del santo de Hipona para recordarles que «San Agustín nos dice que si queremos que el mundo sea un lugar mejor, debemos empezar por nosotros mismos, debemos empezar por nuestras propias vidas, nuestros propios corazones».
Ante la mirada de los miles de jóvenes congregados en el estadio que seguían atentos su mensaje a través de las pantallas gigantes, León XIV los invitó a «tomaros un momento, a abrir nuestros corazones a Dios, al amor de Dios, a esa paz que sólo el Señor puede darnos; a sentir lo profundamente hermoso, lo fuerte, lo significativo que es el amor de Dios en nuestras vidas».
Y concluyó animando a los presentes, «y a todos aquellos que siguen este videomensaje por internet», a reconocer que, "aunque no hacemos nada para merecer el amor de Dios, Dios, en su generosidad, sigue derramando su amor sobre nosotros. Y mientras nos da su amor, sólo nos pide que seamos generosos y compartamos con los demás lo que nos ha dado».