Sor Isabel, en el centro, junto a sor Virginia, la última monja sanjuanista de España
Solo queda una monja de la Orden de Malta en España
Sor Isabel Angulo falleció este lunes a los 97 años, por lo que sor Virginia se convierte en la última religiosa de esta casi milenaria observancia
La vida de sor Isabel Angulo se apagó este lunes a los 97 años de edad tras una larga y fecunda vida ligada a la Soberana Orden Militar y Hospitalaria de San Juan de Jerusalén de Rodas y de Malta, conocida popularmente como la Orden de Malta. La noticia quizás no tendría más repercusión, salvo por un detalle: la monja era el penúltimo miembro de la benemérita institución religiosa en España. Con su pérdida, solo queda una hermana ligada a esta observancia en nuestro país: sor Virginia Calatayud Aleixandre.
El único convento de la Orden de Malta que pervive en suelo patrio es el de San Juan de Acre, en Salinas de Añana (Álava), donde ha fallecido sor Isabel. Se da la circunstancia, además, de que solo existe un monasterio más de esta orden en el mundo: el que queda en Malta. En ellos, las Comendadoras de Malta –o monjas de la Orden de San Juan de Jerusalén, o religiosas Sanjuanistas o, simplemente, de la Orden de Malta– entregan su vida para «glorificar a Dios con la santificación propia por medio de la observancia del Santo Evangelio, de los votos, de la Regla y Constituciones y practicar la hospitalidad en la forma posible con la clausura papal que observan las religiosas Sanjuanistas», como recoge su regla monástica.
El Real Monasterio de San Juan de Acre se fundó en Salinas de Añana en el siglo XVI, y allí permanece, ahora con una sola habitante. Según la diócesis de Vitoria, «pese a la escasez de vocaciones religiosas femeninas en esta orden, este histórico convento seguirá prestando sus servicios con normalidad, con la celebración de la eucaristía dominical y la apertura de su albergue para grupos llegados de toda España y que ocupan buena parte del año para diversas actividades religiosas y culturales».
700 seglares en España
Es cierto que sor Virginia no estará completamente sola: Esta orden religiosa –que fue fundada en el año 1048 y está presente actualmente en 120 países– cuenta con unos 700 miembros seglares en España donde atienden, entre otros servicios, hospitales, comedores sociales y residencias de ancianos.
La religiosa fallecida el lunes era natural del pueblo alavés de Arreo. De familia profundamente religiosa, esta salinera nació en 1928 y era la segunda de cuatro hermanos. Ingresó como religiosa en el convento de San Juan de Acre en 1951, y allí permaneció hasta su reciente muerte en sus labores de oración, meditación, contemplación y acogida a peregrinos. Ahora será enterrada en el cementerio de su convento, donde descansan más de un centenar de religiosas de esta misma Orden de Malta.
«Intentó hacer el bien a todos»
Según la diócesis vasca, «en su vida destacó un fuerte compromiso por el carisma propio de la Orden de San Juan de Jerusalén: la hospitalidad». Durante años se dedicó a cuidar y atender a las hermanas mayores y enfermas de la comunidad religiosa. Colaboró durante 3 años en el refuerzo de las hermanas del monasterio de Santa María de Sigena, en Huesca, «y recordaba con inmenso cariño esos inolvidables años de servicio dentro de la Federación».
«Unos días previos a su partida a la Casa de Padre, recordaba como toda su vida intentó hacer el bien a todos, también a los necesitados que pasaban por el monasterio», prosigue el comunicado de la diócesis. Su buena salud, que le acompañó casi hasta el final de sus días, «le permitió disfrutar de acontecimientos importantes dentro de la orden y ofreció sus oraciones, particularmente el Santo Rosario, por su carisma y las situaciones actuales de la Iglesia y del mundo». «Ella, siempre sonriente y acogedora, destacó por su profunda vida de oración paciente y sosegada», concluye.