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Villancico de Navidad 2025
Corresponsal en Roma y El Vaticano
Fernando Carratalá

«Cantemos al Niño»: del estreno televisivo al repertorio navideño

Desde el momento de su estreno en Telecinco goza de una gran popularidad, a la que sin duda ha contribuido la espléndida interpretación de la andaluza Gracia Montes

Luis Tristán de Escamilla (1585-1624): “La adoración
de los pastores”.

Luis Tristán de Escamilla (1585-1624): “La adoración de los pastores”.

Detrás del villancico «Cantemos al Niño» está el exitoso productor musical Rafael Rabay, dedicado en especial al género de la copla que, en compañía de grandes artistas, divulgó por EE. UU. e Hispanoamérica (México, Venezuela…). De este villancico, del que es autor tanto de la letra como de la música, grabó una maqueta con Gracia Montes como intérprete -pues para ella fue compuesto expresamente-, aunque no se incluyó en ningún disco.

No obstante, la propia Gracia Montes -nombre artístico de Gracia Cabrera Gómez (1936-2022)- lo estrenó en un programa de Telecinco, en 1922, titulado «Se acabó la siesta», presentado por Laura Valenzuela. Y ahí comenzó la popularidad de este villancico, que en la actualidad se encuentra disponible en todas las plataformas digitales. Y esta es su hermosa letra:

Cantemos al Niño

[1] Hay en Belén una estrella
que brilla entre los luceros,
porque hoy es Nochebuena
nació el Rey de los cielos.

[2] De los pesebre su cuna,
en un establo escondido,
la Virgen le está cantando
y san José lo ha mecido.

Todos los pastores
van hacia Belén,
porque quieren verlo
al Niño nacer.
Cantemos al Niño
que ha nacido ya
pidiéndole todos
un mundo de paz.
Cantemos al Niño
con el corazón,
para que en la tierra
nunca falte amor.

[3] Los pastores van llegando
en esta noche de frío,
y en silencio van entrando
porque está el Niño dormido.



[4] Fueron dejando presentes
con el amor de sus manos,
y el buey junto a la mula
le dan calor a su lado.

Todos los pastores
van hacia Belén
porque quieren verlo
al Niño nacer.

Cantemos al Niño
que ha nacido ya
pidiéndole todos
un mundo de paz.

Cantemos al Niño
con el corazón,
para que en la tierra
nunca falte amor. [Bis]

Cantemos, cantemos
cantemos al Niño.

Un estribillo con valor exhortativo

El villancico está compuesto por cuatro coplas, asonantadas en los pares, de versos octosílabos, con un amplio estribillo, en versos hexasílabos, también con rimas asonantadas. Previamente al estribillo hay una copla que se repite, y aun cuando los versos sean también hexasílabos, pensamos que le sirve de introducción: los pastores se dirigen a Belén para cumplir su deseo de asistir al nacimiento del Niño. Los versos pares tiene asonancia aguda /é /(«Belén»/«nacer»). El pronombre enclítico de la forma verbal «verlo» es una construcción anafórica que anticipa el complemento («al Niño»).

El estribillo propiamente dicho está formado por dos coplas, cada una con su propia asonancia en los versos pares, y con asonancias agudas /á/ («ya»/«paz/) y /ó/ («corazón»/ «amor»), respectivamente. Si a ello sumamos la anterior rima agua /é/, obtenemos una fuerte sonoridad que amplifica el significado de las palabras finales de los versos y ayuda a sostener el ritmo. Estas dos estrofas tiene en común el verso inicial («Cantemos al Niño»), en el que se emplea un plural sociativo, con valor exhortativo, de gran eficacia expresiva: «todos» estamos invitados a acudir a Belén para cantarle al Niño recién nacido y pedirle que traiga la paz al mundo y reine en la tierra una fraternal convivencia.

Hay, pues, una estrecha relación semántica entre «corazón» y amor» en la primera parte del estribillo (de hecho, la palabra «cordialidad» es sinónima de «afectuosidad», palabra que nos remite a «afectuoso» como sinónimo de amoroso); y, por otra parte, y vinculando ambas coplas, si por «mundo» entendemos «el conjunto de todos los seres humanos», «tierra» es la referencia al «planeta en que habitamos», por lo que la coherencia semántica sigue siendo total.

Y una precisión más: este estribillo distribuye en dos partes el contenido del villancico: coplas 1 y 2, por un lado, y 3 y 4 por otro. Y al reiterarse, después de la copla 4, es solo la segunda parte la que se bisa. Y cuando parece que el villancico ya ha concluido, falta la coda final, entendida, desde el punto de vista métrico, como «el conjunto de versos que se añaden como remate a un poema»; y, desde un punto de vista musical, como «adición brillante al período final de una pieza de música». Por lo que ambos significados son perfectamente compatibles en este final: «Cantemos, cantemos / cantemos al Niño», en la que no se nos escapa la epizeuxis de la palabra «cantemos», al repetirse tres veces de forma consecutiva; palabra sobre la que descansa todo el villancico.

La estrofa primera sitúa el nacimiento del «Rey de los cielos» en Belén; y por eso es «Nochebuena», y una luminosa estrella lo indica. La aliteración de la palatal-lateral [ll] («estrella / que brilla») parece intensificar la diafanidad del ambiente; y, por otra parte, los grupos consonánticos próximos [tr-] («estrella») y [br-] («brilla»), en silaba tónica, crean una sonora eufonía. Esta estrofa primera tiene rimas asonantes cruzadas, de forma que el verso primero rima con el tercero (/é-a/: «estrella»/«Nochebuena»), y el segundo con el cuarto (/é-o/: «luceros»/«cielos»).

En la segunda estrofa se acota más el lugar del nacimiento: en un «establo» apartado, donde hay un «pesebre» que le sirve de «cuna», mecida por «san José», mientras la «Virgen» lo arrulla. Es decir, que se presenta al completo a la Sagrada Familia. En ambas estrofas se combinan el presente de indicativo («hay, brilla», «es» -primera estrofa-, «está cantando» -segunda estrofa-), el pretérito perfecto perfecto simple («nació» -primera estrofa-) y el pretérito perfecto” («ha mecido» -segunda estrofa-), lo que le confiere un innegable dinamismo a las acciones expresadas.

Tras la estrofa de introducción del estribillo y la dos que lo conforman, en versos hexasílabos, el villancico entra en su segunda parte.

La tercera estrofa «cuenta» la llegada de los pastores en la frialdad de la noche, y su entrada silenciosa al establo, porque el Niño duerme. Ahora las acciones se han vuelto más lentas, y por ello se recurre a perífrasis con valor durativo («van llegando», «van entrando»; repárese en la eufonía del vocalismo /a-e-a-o/); si bien se ha preferido la perífrasis perfectiva «está dormido») al uso del gerundio («durmiendo»), lo que implica una mayor variedad morfosintáctica. En esta copla, los versos pares riman en asonante /í-o/ («frío»/ «dormido»), mientras que los impares lo hacen en consonante /-ándo/ («llegando»/«entrando»).

La cuarta estrofa recoge las ofrendas amorosas de los pastores («Fueron dejando presentes / con el amor de sus manos»); sin olvidar la presencia de la mula y el buey, que con su aliento entibian el ambiente dando calor al Niño junto al que se encuentran («y el buey junto a la mula / le dan calor a su lado»). Y en esta copla asonantada, los impares vuelven a quedar libres y los pares riman en /á-o/ («manos»/ «lado»).

Y con la coda final se cierra un emotivo villancico que, como decíamos anteriormente, desde el momento de su estreno en Telecinco goza de una gran popularidad, a la que sin duda ha contribuido la espléndida interpretación de la andaluza Gracia Montes.

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