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Villancico Navidad 2025
Fernando Carratalá

«Zumba, zúmbale al pandero»: un popular villancico leonés

Con su sonoridad y contenido -la incitación de una «voz externa» a tocar determinados instrumentos musicales- crean un clima festivo que va recorriendo de arriba abajo el villancico

Juan Ribalta: «La adoración de los pastores»

No conocemos el autor de la letra de este villancico, que suele ubicarse en León; pero sí el nombre del músico que llevó a cabo su armonización: José Luis Blasco Díez (Buñuel, Navarra, 1944), un prolífico autor de partituras para coro, entre originales y arreglos (por encima de las 1400), entre las que se encuentran más de dos centenarios de villancicos, entre ellos este alegre y festivo «Zumba, zúmbale al pandero…».

Y esta es la letra, que suele ser coincidente en las muchas interpretaciones que se encargan de difundirlo con gran aceptación popular:

Zumba, zúmbale al pandero

Zumba, zúmbale al pandero,
al pandero y al rabel.
Toca, toca la zambomba.
Dale, dale almírez.

[1] Esta noche nace un niño,
blanco, rubio y colorado,
que ha de ser el pastorcito,
para cuidar el ganado.

Estribillo:
Zumba, zúmbale al pandero,...

[2] Todos le llevan al niño,
yo no tengo qué llevarle,
le llevaré una zambomba,
que se la toque su madre.

Estribillo:
Zumba, zúmbale al pandero,...

[3] La virgen se fue a lavar
los pañales a una fuente
y le dijo a San José:
«cuida al niño no despierte».

Estribillo:
Zumba, zúmbale al pandero,...

[4] El niño se ha despertado
y ha comenzado a llorar
¡Válgame dios y su madre!
¿Cuándo se querrá llamar?

Estribillo:
Zumba, zúmbale al pandero,...

[5] La virgen es panadera
y San José carpintero,
y el niño recoge astillas
para cocer el puchero.

Estribillo:
Zumba, zúmbale al pandero,…

El pandero, el rabel, la zambomba...

El villancico está formado por cinco estrofas de versos octosílabos, entre las que se va intercalando un estribillo que abre y cierra la composición, también de versos octosílabos. Y comencemos analizando el estribillo, que con su sonoridad y contenido -la incitación de una «voz externa» a tocar determinados instrumentos musicales- crean un clima festivo que va recorriendo de arriba abajo el villancico. Y esos instrumentos son: el pandero -instrumento rústico de percusión que va provisto de sonajas o cascabeles-; el rabel -un instrumento sustancialmente pastoril que tiene un sonido muy agudo-; la zambomba -instrumento rústico de fricción que produce un sonido fuerte y ronco, y que suele acompañar el canto de villancicos-; y almirez -que al ser un mortero metálico, se puede hacer sonar golpeando sus paredes con la maja que se emplea para machacar o moler en él-. El denominador común de dichos instrumento es, pues, que con ellos se originan sonidos más o menos potentes.

Y, al margen de los instrumentos, lo que ayuda a dale una contundente musicalidad al estribillo es la reiteración consecutiva, a principio de verso, de las formas verbales «zumba» (voz onomatopéyica con que se alude aa la producción de un ruido o sonido continuo y bronco), «toca» (voz igualmente onomatopéyica, formada a de «toc», que expresa el ruido al con los nudillos de la mano), y «dale» (con el significado de 'producir un golpe'), que se emplea para enfatizar las ideas que expresan. Por otra parte, las formas verbales «zúmbale» y «dale» anticipan los nombres que todavía no se han empleado en el discurso (la «zambomba» y el «almirez», respectivamente), representados en el pronombre átono pospuesto «le», que se encuentra, por tanto, en posición catafórica.

Finalmente, hay otros variados elementos de tipo fónico que contribuyen a intensificar la sonoridad, en especial las aliteraciones originadas por la ubicación de los vocabularios; así, la aliteración de [mb] («zumba, zúmbale» -ahora vocablo esdrújulo-, «zambomba»(; la aliteración de dentales («pandero, / pandero»; esta reiteración de la misma palabra a final de un verso y principio del siguiente origina una anadiplosis), «toca, toca»); aliteración de [l] («dale, dale al almirez»; y se repite, además, de forma consecutiva la sílaba «al»: «al almirez»). Y en cuanto a la rima, en esta copla la asonancia de los pares en /e/ se produce en palabras agudas («rabel», «almirez») Sin duda, a este estribillo -que en algunas interpretaciones se canta repitiendo la parte final de las palabras de cada verso- debe el villancico parte de su popularidad, «pasando fuertes y fronteras».

Y analizamos ahora forma y contenido de cada una de las cinco estrofas. La primera presenta rima consonante /-ádo/ en los versos pares («colorado»/«ganado»), mientras que los impares quedan libres. Al Niño se lo describe con una triada adjetival de corte clásico, para aludir al color de su semblante (entre rosa y azucena) y de su pelo (amarillento parecido al oro): «blanco, rubio y colorado»); tras de lo cual, se lo presenta en el contexto de la imagen bíblica del pastor que viene a cuidar a su rebaño, en clara referencia a la humanidad que viene a redimir. Así lo expresa san Juan (10:11), al identificar a Jesús como el «buen pastor» que está dispuesto a dar su vida por sus ovejas, protegiéndolas del peligro. El villancico presenta este hecho con un claro valor obligativo («que ha de ser»); y al recurrir al diminutivo «pastorcito», como aposición acompañando a «Niño», se subrayan valores connotativos altamente afectivos.

La segunda estrofa es una copla asonantada en los pares (rima /á-e/: llevarle”/«madre»). Quien toma la palabra es un pastorcito que, a diferencia de «todos los demás», no tiene nada para poder ofrecer al Niño, salvo una zambomba , para que sea su madre quien la toque. La triple reiteración, bajo diferentes formas, de la idea de «transportar algo oa alguien desde un lugar a otro diferente en que está situado real o imaginativamente quien habla» («llevan»/«llevar(le)»/«llevaré») pone de manifiesto la voluntariedad inequívoca del humilde pastorcillo de acudir a agasajar al Niño, aunque sea con una simple zambomba es una nueva copla asonantada en los pares (rima /é-e/: «fuente»/«despierte») La imagen de la Virgen pañales lavando es muy frecuente en los villancicos: unas veces es el río otros, como el caso, en la fuente. Quizás la originalidad está aquí en que lo deja al cuidado de San José, advirtiéndole (la Virgen toma la palabra dirigiéndose a él, en directo, por lo que su petición va entrecomillada) de que procura no despertarlo.

Otra copla asonantada en los pares es la cuarta estrofa (rima aguda /á/: «llorar»/«callar»). El Niño se despierta y llora; y la relación causa/efecto se indica mediante una combinación oportuna de tiempos y construcciones verbales: «se ha despertado»/«ha comenzado a llorar» (el pretérito perfecto alude a la inmediata del pasado; por otra parte, la construcción pronominal «despertarse» recalca el hecho de que «ha dejado de dormir»). En cuanto a la expresión «Válgame Dios», «válgame» tiene valor interjetivo, y entre sus muchos valores puede expresar admiración, extrañeza, enfado, pesar…). En este caso podría referirse a que algo inesperado ocurre, y de ahí la sorpresa del hablante, que recalca la entonación exclamativa. Tal vez por ello, «¿Cuándo se querrá llamar?» ¿No pase de ser una interrogación retórica, fuertemente expresiva, dada la estructuras fonológicas de las formas verbales consecutivas «querrá callar»?

Y en la quinta estrofa se vuelve a la rima consonante en los pares, en este caso /-éro/ («carpintero»/«puchero»). No hay referencias bíblicas a la Virgen como panadera, aunque algunos villancicos la presentan como tal en cambio; en cambio si las hay al oficio de carpintero de José, el padre terrenal de Jesús. De hecho, san Mateo (13:55) se refiere a Jesús como «hijo del carpintero», del que podría haber sido aprendiz, lo que justificaría que «el Niño recoge astillas» para calentar la vasija en la que se va a cocer un puchero. Los cuatro versos están montados sobre sendas construcciones paralelísticas, lo que hace más acompañado el ritmo en la interpretación. Esta última estrofa rompe la secuencia temporal de los hechos narrados, lo cual no es nada extraño en los villancicos.