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05 de mayo de 2024

foto del debate sobre el libro 'Dios, la ciencia, las pruebas'

foto del debate sobre el libro 'Dios, la ciencia, las pruebas'

Científicos tumban el mito de la incompatibilidad entre ciencia y fe

Científicos del CSIC y de otras instituciones de investigación debaten sobre la publicación en España del libro «Dios. La ciencia. Las pruebas. El albor de una revolución» y concluyen: la ciencia puede ser un camino para llegar a Dios.

Desde hace décadas, un mito parece planear por el Occidente ilustrado: «Dios no existe, la ciencia lo demuestra». Este mito cayó derrumbado este martes, 17 de octubre, en un inédito debate entre científicos del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC), y de otras instituciones universitarias españolas.
Los investigadores se reunieron en la sede de la Fundación Carlos de Amberes, en Madrid, para comentar la publicación en España del libro «Dios. La ciencia. Las pruebas. El albor de una revolución» (Editorial Funambulista) junto a los dos autores del bestseller que en Francia ha vendido más de 250 mil copias, Michel-Yves Bolloré y Olivier Bonnassies.
Enrique Solano Márquez, astrofísico del Centro de Astrobiología del CSIC-INTA, consideró que este libro no busca demostrar «si Dios existe o no. Es el lector, el que, con su libre albedrío, debe darse cuenta si Dios existe o no existe. Con las pruebas».
El libro, añade Solano Márquez, quien es también responsable del proyecto «Observatorio Virtual Español» y miembro del Comité de Dirección del Observatorio Virtual Europeo (Euro-VO), ha logrado un objetivo: «agitar el árbol»; motivo por el que han conseguido un gran número de ventas en su país, Francia, un país laico.

¿Pruebas de la existencia de Dios?

«El libro como muchos científicos en la historia pone de relevancia que la naturaleza es uno de los caminos para conocer a Dios que es algo que ya han hecho los cristianos desde la antigüedad», constata Enrique Solano Márquez.
«Con este libro, lo que me pregunto no es saber si Dios existe o no, sino saber cómo es Dios, y de aquí me viene a la mente la parábola de san Lucas del Hijo Pródigo», concluyó el representante español en el Comité Ejecutivo de la Alianza del Observatorio Virtual Internacional (IVOA).
Olivier Bonnassies, coautor del libro, confirmó esta conclusión, aclarando que en el libro hablan de pruebas como «argumentos que convencen y convergen y que llegan a convertirse en certezas, pero no hay ‘pruebas absolutas’, como puede suceder por ejemplo en las matemáticas».

La ciencia lleva a Dios

Por su parte Javier Pérez Castells, catedrático de Química Orgánica, reconoció «el descaro y la valentía de los autores de este libro para ayudar a la ciencia y al creyente».
«La gente llega a Dios por caminos muy diversos. Hay gente que llega a la conclusión de creer o no por el arte, la experiencia, o la naturaleza. La ciencia también puede ser utilizada de manera tendenciosa para destruir la religión. Los autores, con un gran desparpajo, nos hacen ver que la ciencia está llena de indicios que nos hace más plausible explicar todo con la existencia de Dios», constató Pérez Castells, quien es también residente del Grupo de Trabajo «Ciencia y Fe» de la Fundación Cultural Ángel Herrera Oria.
En particular, el catedrático considera que los dos autores tratan «de una manera espectacular» el «ajuste fino» del universo, concepto que constata cómo la vida en el universo sólo puede explicarse gracias a constantes y leyes físicas calibradas de manera totalmente precisa. Si estas constantes fueran ligeramente diferentes, las condiciones necesarias para la formación de estructuras complejas, como galaxias, estrellas, planetas y vida, no podrían existir. «Es un indicio patente de la existencia de Dios», subrayó Pérez Castells.
Michel-Yves Bolloré, coautor del libro, destacó dos «pruebas» que en el campo científico apuntan a Dios. «La primera --explicó--, el principio del Universo: en un mundo eterno, de la nada no puede salir la nada; es una verdad tanto científica como filosófica. La segunda de las pruebas es el paso de lo inerte a lo vivo. El resto de la evolución no es un gran problema, ya que si hay una célula viva estamos diciendo que ya hay vida».

Agnóstico respetuoso

Jaime Escutia Guerrero, físico teórico, reconoció: «todos pensamos que tenemos un alma y que las personas muertas que hemos querido están en algún sitio. En mi opinión, ese es el éxito del libro. Yo soy un agnóstico respetuoso. No sé si existe algo, pero, ¿por qué lo tenemos que identificar con Alguien? Como ateo respetuoso, no creo en la existencia de un Ser superior antropomorfo. Creo que es muy pretencioso».
Escutia Guerrero, autor del libro «Yo soy Yo» sobre el misterio de la consciencia y su posible relación con efectos cuánticos en las neuronas del cerebro, afirmó por otra parte que «creer o no creer en Dios no hace mejor al hombre. En estos momentos estamos siendo testigos de la barbarie entre Hamás e Israel. ¿Es Dios o no el culpable?».

Científicos y creyentes

Alfonso V. Carrascosa, investigador del Departamento de Biodiversidad y Biología Evolutiva del CSIC, citó ejemplos de científicos creyentes, como es Santiago Ramón y Cajal. De hecho, explicó que una de sus tareas de investigación hoy consiste precisamente en analizar la religiosidad de los científicos y de instituciones como el CSIC, que fue fundado por católicos.
El libro que ahora se presenta en España, reconoció Carrascosa, «destruye el discurso laicista, según el cual, los científicos no pueden tener fe. Y este libro es la prueba que purga la ideología que impera entre muchos científicos en la actualidad pudiendo mostrar que ciencia y fe son compatibles». «En este libro no he encontrado nada contra las verdades científicas», concluyó el investigador del CSIC.
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