Acudir pronto a la Misa del Gallo
Aquí la propuesta es doble. Por un lado, ir a la Misa del Gallo. Pero participando, no como simple espectador. La Misa del Gallo debería convertirse en el punto central de la Nochebuena. La cena, los preparativos, el follón de cuñados, primos, sobrinos, nueras, hermanos… Todo ello se queda cojo, si no se ha planeado como envoltorio de la Misa del Gallo. ¿A qué organizar un banquete, si falta el invitado principal? Y, por otro lado, acudir pronto. Sin prisas. Si es posible, habiendo meditado durante la tarde las lecturas de la misa. Acudir pronto implica que nos vamos a quedar de pie, para ceder el asiento. Pero cederemos el asiento a quien le hace falta. Asimismo, acudir a la Misa del Gallo tiene mucho de peregrinación –¿qué es la vida cristina, sino peregrinación en este mundo hacia la Morada Celestial?– y nos ubica en nuestro sitio: al igual que Tintín, con los pastores que raudos marcharon a adorar al Infante divino.