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03 de mayo de 2024

El Cardenal arzobispo de Barcelona, Juan José Omella, durante una rueda de prensa

El Cardenal arzobispo de Barcelona, Juan José Omella, durante una rueda de prensaEuropa Press

Inauguración de la Asamblea Plenaria

Omella confía en que Sánchez trabaje «en coser las heridas sociales provocadas por algunos pactos de investidura»

Los obispos españoles han inaugurado la 123º Asamblea Plenaria con un discurso del presidente de la Conferencia Episcopal Española, Juan José Omella, cardenal y arzobispo de Barcelona

Los obispos españoles celebran desde este lunes 20 de noviembre hasta el viernes 24 su 123º Asamblea Plenaria en la sede de la Conferencia Episcopal Española. Durante la sesión inaugural, el cardenal Juan José Omella, presidente de la CEE y arzobispo de Barcelona, ha comenzado su discurso con una mirada a la realidad desde la esperanza cristiana. «La situación actual nos desafía. Nos reunimos en un momento marcado por la guerra, la polarización social y la crisis política y económica. Nosotros, que creemos en Cristo resucitado, sabemos que no estamos solos», ha recordado.
En su intervención ha destacado también el Sínodo de la Sinodalidad, y sobre la asamblea ha afirmado que es «la invitación al modo de ser y vivir la Iglesia y a alcanzar un consenso construido bajo la escucha y la guía del Espíritu Santo». Omella ha hablado de los grandes retos de acoger a los jóvenes en la Iglesia y para ello ha propuesto la creación de espacios de escucha atenta y acompañamiento psicológico y espiritual. No obstante, ha considerado un signo de esperanza «la participación de más de un millón y medio de jóvenes en la JMJ de Lisboa».
En este sentido, ha subrayado con una parte especialmente extensa de su discurso la importancia de la educación y la necesidad de formación. Ha señalado las dificultades que se observan en la educación: los problemas de disciplina, el abandono escolar, la renuncia a la cultura del esfuerzo o los brotes de violencia en el entorno escolar o de abusos sexuales. En este sentido ha propuesto «educar a nuestros jóvenes para vivir la felicidad propuesta por Jesús en el Evangelio. Mostrarles qué es la felicidad y en qué consiste». Para jóvenes y adolescentes ha apuntado una educación afectivo-sexual que enseñe que la sexualidad es bella –y no violenta– pero que necesita cumplir unas condiciones para que edifique a la persona y no la destruya. «Es necesario enseñar a vivir todo con responsabilidad, también la sexualidad», ha subrayado.

Educación

En relación a la cuestión de la educación, el cardenal Omella ha recordado la invitación a participar en el congreso de La Iglesia en la Educación. Conscientes de los inmensos retos que presenta la misión educativa en nuestro país, el pasado mes de septiembre de 2023, desde la CEE se propuso a toda la comunidad educativa en la que la Iglesia se encuentra presente, iniciar un proceso de encuentro, escucha mutua y participación.
El siguiente punto de su discurso ha sido la acción de la Iglesia ante los abusos sexuales. En este sentido, ha afirmado que no pretenden «buscar excusas o justificaciones para eludir cualquier responsabilidad» que corresponda a la Iglesia como institución. Ha recordado la «vergüenza y la pesadumbre» que causa en los obispos «esta realidad que traiciona el mensaje del Evangelio».
Omella ha pedido perdón de nuevo a las víctimas y sus familias y ha recordado que están trabajando para endurecer y revisar los protocolos de seguridad y formación para prevenir los casos de abusos. También sobre el informe del Defensor del Pueblo, el cardenal presidente ha manifestado el «dolor y malestar» que han sufrido ante la «difamación pública» causada por «una intencionada y errónea extrapolación» de los datos de la encuesta anexa al informe de Gabilondo. «Expresamos nuestra intensa decepción por la citada extrapolación y por la dudosa fiabilidad de los resultados presentados de dicha encuesta», ha añadido.

Migración y cohesión social

Antes de terminar, ha recordado también la complicada situación que viven los migrantes. «Los movimientos migratorio están transformando la realidad de nuestro país y del mundo entero», ha afirmado. Sobre ello, ha nombrado algunas iniciativas en las que trabaja la Conferencia Episcopal en el ámbito nacional e internacional, como el proyecto de hospitalidad atlántica, una guía de acogida para mujeres y niños migrantes o la mesa del mundo rural.
Asimismo, ha añadido cinco prioridades que los obispos destacan para paliar la crisis económica que está afectando a las familias y que según ha recordado el cardenal Omella está haciendo crecer la «desigualdad y la injusticia social que pueden ser la cuna para populismos y desestabilizar el modelo social y democrático de derecho».
El presidente de la CEE, ante la situación política y social, ha pedido a los dirigentes políticos y a los líderes sociales y de opinión que pongan todo lo que esté de su mano para bajar el clima de crispación social. Ha hecho también una llamada al diálogo social «entre todas las instituciones de la sociedad española sin cordones sanitarios ni exclusiones».

Ante la crisis política

En este último punto de su discurso, Omella ha afirmado que «todos los pactos son lícitos en la medida que respeten el ordenamiento jurídico, el Estado de Derecho, la separación de Poderes de nuestra democracia, aseguren la igualdad de todos los españoles y garanticen el equilibrio político, económico y social que nos hemos dado los españoles en la Constitución de 1978».
Ha expresado también su confianza en que Pedro Sánchez, recién investido nuevamente Presidente del Gobierno «trabaje activamente activamente con el conjunto de todas las fuerzas políticas para recuperar la cohesión social y dedique todas sus fuerzas a coser las heridas sociales que han provocado algunos pactos de investidura».
Finalmente ha concluido su discurso con una invitación a la oración intensa «por la concordia en nuestro país y por la paz y el fin de las guerras en Ucrania, Tierra Santa y en tantos otros lugares del mundo. Trabajar por la paz implica necesariamente defender la verdad, promover la justicia y proponer, con la ayuda de Dios, la posibilidad del perdón. La guerra no debe tener nunca la última palabra».
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