Unos días después de su regreso de Marsella, donde el Papa Francisco ha considerado que acoger a los migrantes es un «deber de humanidad», el Santo Padre ha vuelto a lanzar un llamamiento por las personas que se ven forzadas a dejar sus países de origen y buscar un futuro mejor para sus familias en otro lugar.
«¡El Mediterráneo es cuna de civilización, y una cuna es para la vida! No es tolerable que se convierta en tumba, y tampoco en lugar de conflicto. No. El mar Mediterráneo es lo más opuesto que hay al enfrentamiento entre civilizaciones, a la guerra, a la trata de seres humanos», ha dicho durante la audiencia general de este miércoles 27 de septiembre.
«Una mirada de esperanza»
Estaba recordando su viaje a la ciudad francesa de la pasada semana, a donde se desplazó para clausurar los Encuentros del Mediterráneo, un evento donde obispos y jóvenes de todas las religiones abordaron el tema de las migraciones. Francisco ha agregado: «Es lugar de encuentro (el Mediterráneo) y no de enfrentamiento, de vida y no de muerte» e invitó a elegir en estos momentos de migraciones forzadas «entre la indiferencia y la fraternidad».
El Santo Padre considera que sus dos días en Marsella han sido «una mirada de esperanza» y que esta «no puede y no debe volatilizarse. Al contrario, debe organizarse, concretizarse en acciones a largo, medio y corto plazo». Para ello, ha instado a «comprometernos todos para que cada uno pueda vivir en paz, seguridad y prosperidad en el propio país de origen» y para ello se necesita «solidaridad social y compromisos concretos por parte de los Gobiernos a nivel local e internacional».
Devolver la esperanza a la sociedad
Y en segundo lugar, ha añadido que «para los que no pueden permanecer en la patria, se trata de predisponer estructuras para que se les asegure la seguridad durante el viaje y sean acogidos e integrados allí donde llegan».
«Es necesario volver a dar esperanza a nuestras sociedades europeas, especialmente a las nuevas generaciones», ha argumentado, y ha añadido, por ejemplo, que la falta de natalidad en Europa «no se superará con un traslado de inmigrantes, sino cuando nuestros hijos vuelvan a encontrar esperanza en el futuro y sean capaces de verla reflejada en los rostros de los hermanos venidos de lejos».
Francisco ha finalizado la audiencia de este miércoles pidiendo que la región del Mediterráneo se convierta en «lo que desde siempre ha estado llamado a ser: un mosaico de civilización y de esperanza».