José Tolentino Mendonça
Entrevista con José Tolentino de Mendonça
El 'ministro' de Cultura del Vaticano: «La educación católica sigue gozando de buena salud»
El prefecto del Dicasterio para la Cultura y la Educación del Vaticano ha visitado España con motivo del congreso organizado por la Conferencia Episcopal Española, La Iglesia en Educación
El cardenal José Tolentino de Mendonça cita a Cervantes –«El camino es siempre mejor que la posada»– y al Papa Francisco –«Es más importante abrir procesos que ocupar espacios»–; y lo hace para referirse a los principales retos a los que ha tenido que hacer frente al cargo del Dicasterio para la Cultura y la Educación, del que es prefecto desde septiembre de 2022.
El ministro de Educación de la Santa Sede ha visitado España con motivo del congreso organizado por la Conferencia Episcopal Española, La Iglesia en Educación. El evento ha reunido este sábado 24 de febrero a 1.200 profesionales que han renovado su compromiso y el de la Iglesia con la Educación.
No se trata de ocupar posiciones de poder o de hegemonía culturalPrefecto del Dicasterio para la Cultura y la Educación
–Desde septiembre de 2022 a cargo del Dicasterio para la Cultura y la Educación, ¿cuáles han sido los principales retos que ha tenido que afrontar en este tiempo?
–En mi opinión, lo más importante hoy es participar en los procesos culturales en curso y afrontar los grandes desafíos educativos, permaneciendo fieles a una visión integral de la persona humana, que tenga en consideración la materialidad de la vida, pero también su interioridad y trascendencia. No se trata de ocupar posiciones de poder o de hegemonía cultural, porque no estamos «dirigiendo» el mundo, sino de ser personajes activos, protagonistas de las investigaciones que se desarrollan en diferentes contextos culturales. Me gusta esa frase atribuida a Cervantes: «el camino es siempre mejor que la posada». O como dice el Papa Francisco: «es más importante abrir procesos que ocupar espacios». El principal desafío es dejarse guiar siempre por un espíritu positivo y nunca por el miedo a perder posiciones o por el resentimiento.
–Y, ¿cuáles son los principales desafíos que vienen para el futuro?
–El desafío de la relación entre la fe y la diversidad de las culturas contemporáneas es, ciertamente, muy exigente. En un mundo caracterizado por el pluralismo cultural y religioso y la rápida evolución de las tecnologías y los medios de comunicación, la Iglesia debe encontrar formas creativas y efectivas de comunicar el mensaje cristiano de una manera que sea relevante y acogedor para las diferentes culturas. En el campo de la educación, el Dicasterio afronta el desafío de garantizar que las instituciones educativas católicas mantengan abierta la relación entre los valores del Evangelio y las necesidades pedagógicas y científicas modernas, manteniendo altos estándares académicos.
Los Dicasterios deben acompañar la conversión misionera a la que está llamada toda la IglesiaPrefecto del Dicasterio para la Cultura y la Educación
La evolución digital, además, plantea desafíos tanto para la cultura como para la educación, especialmente aquellos relacionados con la inteligencia artificial. También lo son dos grandes temas del pontificado del Papa Francisco. El primero es la sostenibilidad y la responsabilidad ecológica: el Dicasterio se enfrenta al desafío de integrar el cuidado de la «casa común» en sus programas educativos y culturales, promoviendo una mayor conciencia y acción por la sostenibilidad ambiental. El segundo es la inclusión y la justicia social, promoviendo una educación y una cultura que sean verdaderamente inclusivas y abiertas a todos, especialmente a las personas marginadas. Abordar estos desafíos requiere un enfoque valiente, innovador y abierto.
–¿Qué es lo que le pide el Papa Francisco en su gestión?
–Como dice el Papa en la Constitución Apostólica Praedicate Evangelium, respecto a la reforma de la Curia Romana, los Dicasterios deben acompañar la conversión misionera a la que está llamada toda la Iglesia. La perspectiva predominante debe ser una perspectiva de servicio a la misión del Papa, de colaboración con las Iglesias locales, de interpretación conjunta de los nuevos signos de los tiempos, de propuestas maduradas con profundidad y creatividad y no simplemente fruto de una aproximación burocrática a la realidad. Las palabras clave son comunión y sinodalidad. Y la agenda es la de la espiritualidad del Concilio Vaticano II.
El cardenal Tolentino
–Se dice de usted que es una de las voces intelectuales más importantes del catolicismo, ¿qué opinión le merece esto?
–Nunca me he considerado una de las voces intelectuales más importantes. Como cristiano he tratado de responder a las preocupaciones, sufrimientos y esperanzas del mundo con mis escritos y pensamientos. Para mí, siempre ha sido importante participar en el debate cultural, tener curiosidad, expresar mi fe sin silenciar la inspiración poética. Pero, sobre todo, abrir los ojos, escuchar con pasión y cuestionarme. Creo que hoy un intelectual es más un hombre de preguntas, que un hombre de respuestas.
–¿Es la educación hoy un instrumento de evangelización?
–Depende mucho de qué cosa se entienda por «instrumento». Si está relacionado con la manipulación, entonces no. Si, por el contrario, significa un medio para formar, entonces sí. Yo diría que la educación nunca es instrumental, si es verdaderamente tal. En todo caso, es el lugar para ayudar a los jóvenes a ser protagonistas, activos para liberar al mundo de las cadenas del egoísmo, la inercia y la injusticia en las que tiende a caer con tanta facilidad. En uno de sus mensajes como, entonces, arzobispo de Buenos Aires, el Papa dijo explícitamente que nuestras escuelas no deben aspirar, en absoluto, a formar un «ejército hegemónico de cristianos», sino que deben ser un lugar donde, a la luz del Evangelio, se anime a la investigación personal para que, como decía el poeta Luis Cernuda, «el hombre pudiera decir lo que ama».
El diálogo interreligioso e intercultural es una gran contribución a la resolución de conflictosPrefecto del Dicasterio para la Cultura y la Educación
–¿Cuáles diría que son las principales carencias de la educación católica en la actualidad y cómo podrían solventarse? ¿Y de las universidades católicas? ¿Qué soluciones deberían darse?
–La educación católica sigue gozando de buena salud y sigue siendo un elemento vital y creíble, ampliamente reconocido por la calidad del servicio que presta. Después, sí, hay cosas que nos preocupan. Nos preocupa, por ejemplo, una cierta dificultad para mantener abiertas y activas algunas instituciones educativas, incluso en países tradicionalmente católicos. Las razones son muchas: invierno demográfico, drástico descenso del número de vocaciones religiosas, competencia implacable de quienes consideran la educación sólo un negocio. Por otra parte, es útil identificar algunas áreas donde la educación católica podría encontrar ideas para mejorar, también a la luz del Pacto Educativo Global.
Debemos presionar para que se haga mayor hincapié en una educación inclusiva que sea accesible para todos, independientemente de las condiciones socioeconómicas, culturales o de discapacidad, abordando así las desigualdades en el acceso a la educación. Será necesario profundizar la educación sobre la sostenibilidad ambiental, en línea con la encíclica Laudato si', promoviendo una mayor conciencia y acciones prácticas para la protección de la «casa común». En una época como la nuestra, donde el orden mundial se está fracturando, la educación para la paz y la ciudadanía global será fundamental. El diálogo interreligioso e intercultural es una gran contribución a la resolución de conflictos. El enfoque educativo crítico de los medios y a las tecnologías digitales será crucial para contrarrestar fenómenos como la desinformación, la adicción a las redes sociales y garantizar una navegación segura en línea, pero también para ayudar a los estudiantes a vivir en un mundo cada vez más interconectado.
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