
Calixto III, Damaso y Alejandro VI
Vaticano
Estos fueron los tres papas españoles
La gran mayoría de los papas que han pasado por la silla de San Pedro han sido de origen italiano
El pasado lunes, 21 de abril, fallecía el Papa Francisco a la edad de 88 años en su residencia de Casa Santa Marta, tan solo unas horas después de haber hecho su última aparición el Domingo de Resurrección. Desde el miércoles, cientos de miles de fieles han acudido al Vaticano para dar el último adiós al difunto pontífice y comenzaron los preparativos para la convocatoria del cónclave que elegirá al nuevo líder de la Iglesia Católica.
De los 266 papas oficiales, la inmensa mayoría han sido de origen italiano, pero también llegaron a dirigir el Vaticano cardenales de diversas nacionalidades. 241 han sido dados por Europa, 19 por Asia y dos por África. Tres españoles han sido los sucesores de Pedro reconocidos por Roma, aunque muchos otros, entre ellos el Papa Luna, fueron hijos de los sucesivos cismas que se han ido sucediendo como fruto de la reinterpretación de las escrituras y de la deformación del tiempo que les tocó vivir.
Dámaso I, el Papa gallego
Patrón de los arqueólogos, Dámaso I nació en Egitania, perteneciente a la antigua Hispania, ahora Portugal, hacia el año 304.
Según relata la Real Academia de la Historia, Dámaso era hijo de Antonio, un escribano de profesión, y de Lorenza, una mujer que, tras enviudar, decidió dedicar su vida a Dios, y de la que se conocieron algunos detalles biográficos en el siglo XVIII. Dámaso optó por la vocación sacerdotal y la vivió con total entrega, manteniéndose leal al Papa Liberio, quien fue exiliado de Roma por orden del emperador Constantino bajo la acusación de simpatizar con el arrianismo, en una etapa especialmente agitada para la Iglesia.
Su nombramiento como obispo de Roma no estuvo exento de conflictos: provocó una violenta y sangrienta confrontación entre sus seguidores y los partidarios de Ursino, quien representaba a la corriente afín al antipapa Félix II, impuesto por el emperador tras la expulsión de Liberio.
Finalmente sería el prefecto de la ciudad, Juvencio, quien reconoció la legitimidad de Dámaso y desterró a Ursino, con el que mantendría una disputa durante catorce años más, hasta su definitiva expulsión de lo que hoy conocemos como Italia.
El papa Dámaso tuvo un extenso pontificado de 22 años durante el cual combatió diversas herejías de su tiempo, como el priscilianismo, el apolinarismo y el arrianismo, participando en el Concilio de Zaragoza en el año 380. Su labor pastoral se centró en el fortalecimiento de la liturgia, la formación del clero y la consolidación del carácter universal de la Iglesia romana. Fue el único papa de origen hispano que alcanzó la santidad y contó con la colaboración de san Jerónimo como secretario, quien dio testimonio de su esmero por la cultura y los textos sagrados.
Calixto III
La vida de Alejandro de Borja, conocido posteriormente como el papa Calixto III, refleja el ascenso de un hijo de un modesto terrateniente valenciano que logró abrirse camino con rapidez en un entorno difícil y en plena transformación histórica durante los inicios de la Baja Edad Media.
Aunque su formación fue limitada en un primer momento, más adelante consiguió doctorarse en derecho canónico en la Universidad de Lérida. Su trayectoria estuvo marcada por dificultades, desafíos y momentos decisivos que le permitieron consolidarse dentro del ámbito eclesiástico hasta alcanzar la cúspide de la Iglesia como el segundo pontífice español en ocupar el trono de San Pedro.
Uno de los episodios más relevantes de sus primeros años fue su encuentro con San Vicente Ferrer, también valenciano, quien le habría transmitido una profecía sobre su futuro papado y a quien Calixto III acabaría canonizando tiempo después.
Alejandro VI
Rodrigo de Borja y de Borja nació en Játiva, alrededor del año 1431, en el seno de una familia de la pequeña nobleza local. Poco se sabe de sus primeros años, que debieron de estar dedicados al estudio bajo los auspicios de su tío –cardenal desde 1444–, quien velaba por su promoción.
En 1450 Nicolás V le nombró canónigo y chantre de la Colegiata de Játiva, en 1453 le reservó tres beneficios eclesiásticos que vacaran tanto en la diócesis de Valencia como en la de Segorbe-Albarracín, y le entregó las parroquias valencianas de Cullera y de Sueca.
Fue elegido Papa en 1492 y su pontificado estuvo marcado por la organización de la cruzada contra los otomanos que dos años antes habían tomado Constantinopla.