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El recién elegido Papa León XIV, Robert Prevost, se dirige a la multitud desde el balcón central de la Basílica de San Pedro

El recién elegido Papa León XIV, Robert Prevost, se dirige a la multitud desde el balcón central de la Basílica de San PedroAFP

¿Por qué León XIV? Un nombre marcado por la doctrina social y la revolución en el mercado laboral

El anterior Pontífice que eligió ese nombre promulgó una encíclica clave para entender la visión de la Iglesia sobre el trabajo

La elección de un nombre para un pontificado nunca es casual. Al balcón de la plaza de San Pedro se ha asomado el cardenal Robert Prevost ya como León XIV. Recoge así una larga tradición nominal que tiene como último referente al Sumo Pontífice que guio a la Iglesia entre 1878 y 1903.

El mayor legado de sus 25 años de papado fue la encíclica Rerum novarum, promulgada en 1891, a finales del siglo de la Gran revolución industrial y base de la doctrina social de la Iglesia. Con ese texto, el entonces Papa analizó la forma en la que había evolucionado el mundo en ese periodo y los profundos cambios que habían surgido como consecuencia de esa transformación de corte laboral y económico.

Ahora, en pleno 2025, vivimos una nueva revolución marcada en este caso por la digitalización y la inteligencia artificial. Son muchos los expertos, como el profesor Raúl González Fabre, miembro de la Cátedra de Ética Económica y Empresarial, de la Universidad Pontificia Comillas, que señalan que estamos ante un cambio en la civilización «no menor al que dio lugar la primera revolución industrial en el siglo XVIII».

Una nueva revolución laboral

Así, las estructuras económicas, políticas y sociales nacidas tras ella quedarían obsoletas y necesitarían de una refundación que es difícil de diseñar. Un tiempo nuevo en el que la propia doctrina social de la Iglesia y su magisterio en torno a la moral del trabajo y sus cuestiones antropológicas quedarían anticuadas.

Casi de modo profético, la Fundación Pablo VI dedicó hace unos meses un extenso seminario a analizar el modo en el que el trabajo se transforma en nuestros días. A lo largo de varias sesiones se conversó sobre el modo en el que la nueva ola de automatización terminará con multitud de puestos de trabajo, ya se han elaborado distintas listas sobre aquellos que corren más peligro y cabe la posibilidad de que un número importante de personas no necesite trabajar para vivir.

Pero no solo eso, aunque en el medio y largo plazo esto puede ocurrir, es evidente, como recuerda el economista Enrique Lluch, profesor de la Universidad CEU Cardenal Herrera, las nuevas tecnologías, aunque en un futuro pueden suponer el final de muchos empleos, por el momento solo han conseguido que «se trabaje más que nunca» con turnos eternos y un estado de conexión permanente.

Aquellos encuentros recordaron que la Iglesia piensa en siglos y ponían como ejemplo la Rerum novarum, promulgada cuando esa primera revolución industrial ya estaba consolidada. Por eso mismo, dejaban en manos de un futuro sucesor de Francisco la elaboración de una «encíclica sobre digitalización» que consiga ver más allá y que interprete «el punto de llegada de todas estas transformaciones sin que las hayamos alcanzado aún».

En este contexto de profundos y rápidos cambios en el mercado laboral, el nuevo Papa ha optado por el nombre de León XIV. Veremos si lo hace con la intención de abrir un pontificado que aborde la necesaria actualización de la doctrina social de la Iglesia. El tiempo, a sus 69 años, lo dirá.

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