Sede del Banco Vaticano
El Banco Vaticano readmite a los dos empleados despedidos por casarse
La Asociación de Empleados Laicos del Vaticano (Adlv) celebra la reincorporación de la pareja aunque lamenta las lagunas legales y la falta de compensación por el «calvario» sufrido
Silvia Carlucci y Domenico Fabiani contrajeron matrimonio el 31 de agosto de 2024. Un mes después, el 2 de octubre, perdieron su empleo. El Instituto para las Obras de Religión (IOR), conocido como el banco del Vaticano, los despidió aplicando una normativa interna introducida pocas semanas antes que prohíbe que dos cónyuges trabajen simultáneamente en la institución. Una regla que el IOR defendía como un mecanismo habitual en el sector financiero para evitar conflictos de interés.
Ahora, un año después, el banco del Vaticano ha vuelto a contratar al matrimonio. En un comunicado, la Asociación de Empleados Laicos del Vaticano (Adlv) celebra la resolución conciliada del conflicto y destaca que «ha prevalecido un enfoque basado en la concertación» tras un análisis detallado de las posiciones de ambas partes y define el acuerdo como una «victoria del buen sentido».
La normativa aplicada al despido fue implementada tres meses después de que la pareja anunciara públicamente en febrero su intención de casarse. Según el reglamento, «esta causa de pérdida de la elegibilidad para el empleo se considerará superada para uno de los cónyuges si el otro cónyuge deja de ser empleado del Instituto y de las otras administraciones del Estado de la Ciudad del Vaticano dentro de los 30 días siguientes a la celebración del matrimonio». Carlucci y Fabiani rechazaron renunciar, alegando que la norma es injusta y que en su caso no existía un riesgo real de conflicto de intereses.
La ADLV para la escucha de los trabajadores del Vaticano
La resolución ha llegado mediante un proceso de conciliación ante el Tribunal Vaticano y no mediante sentencia, algo que la propia asociación considera una cuestión pendiente de aclarar. Pese al desenlace favorable, la Adlv advierte que la situación no puede considerarse una «victoria plena». «El suyo ha sido un auténtico calvario, y lo hemos reiterado muchas veces en nuestros llamamientos», enfatizan en el texto.
Señala que la pareja tuvo que afrontar un importante desgaste económico y personal, mientras que la normativa que provocó el despido —y que en Italia sería «manifiestamente inconstitucional»— continúa vigente. Además, recuerda que en el Vaticano la parte perdedora en un litigio laboral no está obligada a pagar las costas, lo que, según la asociación, deja a los empleados ante procesos largos y costosos sin garantías suficientes.
El caso, subraya la Adlv, revela la necesidad de reforzar el derecho laboral vaticano y de revisar normas internas que pueden generar situaciones injustas. La asociación insiste en el diálogo como vía principal de trabajo y reclama medidas estructurales, mayor presencia en las mesas de negociación y la creación de mecanismos de apoyo para los empleados. Mientras tanto, ha expresado sus «mejores deseos» a Silvia y Domenico en su regreso al IOR tras más de un año de incertidumbre.