La astenia primaveral altera la regulación de los ritmos circadianos

La astenia primaveral altera la regulación de los ritmos circadianos

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La astenia primaveral ¿existe realmente?

El cambio de estación va acompañado, para más de la mitad de la población, de una serie de síntomas negativos

Disminución de la libido, cansancio, irritabilidad, problemas de concentración, trastornos de sueño o la ansiedad son algunos de los síntomas que se asocian con la astenia primaveral y que más de la mitad de la población sufre.
Pero ¿qué es la astenia? Según la Real Academia Española (RAE), es la «falta o decaimiento de fuerzas caracterizado por apatía, fatiga física o ausencia de iniciativa». Con la llegada de la primavera, nuestro organismo pasa por un proceso de adaptación a las nuevas condiciones ambientales.
No obstante, desde el punto de vista médico, la astenia primaveral «carece de identidad clínica», según los expertos. De hecho, la astenia primaveral no está clasificada como una enfermedad dentro del Catálogo de Clasificación Internacional de Enfermedades de la Organización Mundial de la Salud (OMS).
El doctor Enric Aragonés, del Grupo de Trabajo de Salud Mental de la Sociedad Española de Medicina de Familia y Comunitaria (semFYC), explica que la astenia primaveral «no se considera una enfermedad». Aunque si estos síntomas persisten, el galeno avisa de que se podría estar enmascarando alguna patología.

Causas de la astenia primaveral

Miguel Ángel Ortega, jefe de Psiquiatra del Hospital San Pedro (Logroño), explica que con el cambio de estación se producen una serie de «alteraciones en los biorritmos del organismo y en las secreciones hormonales que llevan consigo cambios en la ritmicidad».
Se producen desajustes en los ciclos hormonales dirigidos por el hipotálamo, una glándula que regula la temperatura del cuerpo, el hambre, el sueño y la sed, entre otros aspectos. Al aumentar las horas de luz y de temperatura, esta glándula se ve afectada, ya que, a mayor exposición solar, necesita elaborar menos melatonina.

Minimizar los síntomas

Si ponemos en marcha una serie de hábitos saludables podemos ayudar a acelerar el proceso de adaptación del organismo. La Sociedad Española de Medicina de Familia y Comunitaria da una serie de recomendaciones:
  • Mantener un horario regular del sueño. Levantarnos y acostarnos a la misma hora cada día, incluso los fines de semana. Conviene dormir ocho horas.
  • Llevar una dieta variada y equilibrada, dando prioridad a las frutas y verduras. Se aconseja evitar cenas muy copiosas.
  • Es importante no saltarse el desayuno.
  • Evitar el consumo de tóxicos y sustancias excitantes o estimulantes, como pueden ser el café o el alcohol.
  • No es preciso el aporte de vitaminas, siempre y cuando sigamos una correcta alimentación. Y, por supuesto, no automedicarse nunca.
  • Mantenerse bien hidratado.
  • Realizar ejercicio moderado. Actividades como yoga, pasear o nadar pueden ayudar a conciliar mejor el sueño.
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