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El 14 de febrero se celebra San Valentín, el Día de los Enamorados©GTRESONLINE

San Valentín  Así funciona un cerebro enamorado, según la ciencia

Hormonas como la serotonina, la dopamina o la oxitocina tienen un papel importante en el proceso de enamoramiento

Cuando estamos a punto de celebrar San Valentín y son muchos los enamorados que disfrutarán de este día, los expertos explican la diferencia entre el amor adolescente, que llena la cabeza de pájaros y las páginas en blanco de corazones y flechas, del amor maduro y calmado. Pero, ¿cómo funciona un cerebro enamorado?
Desde un pequeño enfado hasta un ataque de risa, todas las experiencias emocionales están influenciadas por el funcionamiento hormonal. El amor, en ocasiones mitificado en la cultura y la sociedad, no deja de ser otro proceso químico que también obedece a instintos y funciones vitales del cuerpo.
«Si bien es innegable que las hormonas desempeñan un papel fundamental en el amor, no podemos subestimar la complejidad de la mente humana. Cada individuo lleva consigo una historia única, con experiencias pasadas, deseos, y anhelos que conforman su estilo de apego e influyen en la forma en que viven y sienten el enamoramiento», explica Virginia del Palacio psicóloga de BluaU de Sanitas.

El enamoramiento es tanto un fenómeno emocional como biológico

Por lo tanto, resulta interesante reconocer cómo la complejidad de las respuestas hormonales influye en las percepciones y experiencias románticas. Así, el enamoramiento es tanto un fenómeno emocional como biológico.
«Cuando nos enamoramos, la dopamina, conocida como la hormona del placer, se libera a niveles extraordinarios. Esta explosión química no solo provoca la sensación de euforia y placer asociada al amor, sino que también comparte similitudes sorprendentes con experiencias como los juegos de azar y la consumición de drogas», añade la Dra. Cristina Fernández García, jefa del Servicio en Neurología del Hospital Universitario Sanitas La Moraleja.

Fases del enamoramiento

En cada una de las fases del enamoramiento, desde el primer momento de atracción hasta la superación del desamor, las hormonas y neurotransmisores entrelazan una red que define esta experiencia emocional:

Atracción

Cuando una persona se siente atraída por otra, se guía por las feromonas que percibe en el aire. Estas, junto a las hormonas sexuales, los estrógenos y la testosterona, son las encargadas de generar el deseo hacia la otra persona. La adrenalina, por otro lado, se convierte en la «culpable» de los primeros acercamientos, provocando aceleración del pulso, boca seca y gestos que buscan captar la atención de la otra persona.

Fase inicial del amor

A medida que la relación se profundiza, la dopamina, el neurotransmisor del placer, provoca euforia y un subidón de energía. Más tarde, aparece la feniletilamina, proporcionando la popular sensación de «estar flotando en una nube». Este compuesto químico, con efectos que duran entre tres y cuatro años en el cerebro, coincide con la duración típica de la fase apasionada. También hay que tener en cuenta la norepinefrina que provoca euforia, aceleración del corazón, nerviosismo y sudoración.

Consolidación emocional

Es la etapa del amor y la intimidad. La oxitocina, conocida como la hormona del amor, desempeña un papel central en la creación de lazos emocionales y la experiencia del vínculo en la relación. La serotonina, hormona de la felicidad, mantiene la pasión bajo control y contribuye a un estado de ánimo óptimo y bienestar. Esta hormona suprime emociones negativas como la ira, pero, con el tiempo, el cuerpo se acostumbra a su efecto y este se atenúa, lo que provoca que el organismo la necesite, cada vez, en mayores cantidades para sentirse bien.

Reactivación de la pasión

Es esencial estimular la liberación de hormonas a través de actividades compartidas y experiencias nuevas en pareja. Las relaciones sexuales frecuentes también ayudan a la liberación de oxitocina, endorfinas y vasopresina, fortaleciendo la conexión emocional.

Desamor

Cuando el amor llega a su fin, se activan áreas cerebrales similares a las de una caída. Los niveles bajos de oxitocina y, especialmente, serotonina, pueden propiciar la aparición de pensamientos intrusivos y sentimientos de tristeza.
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