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Alimentación

Un estudio revela por qué el ayuno intermitente no funciona igual en todas las personas

El estudio destaca que las diferencias fisiológicas entre individuos con obesidad y personas delgadas influyen significativamente en la respuesta del organismo ante este tipo de restricción alimentaria

El ayuno intermitente, popularizado como método para perder peso, no afecta de igual manera a todas las personas, según una nueva investigación desarrollada por la Universidad de la Columbia Británica (UBC Okanagan), en Canadá. El estudio concluye que las diferencias fisiológicas entre individuos con obesidad y personas delgadas influyen significativamente en la respuesta del organismo ante este tipo de restricción alimentaria.

El interés por el ayuno ha crecido, en particular dentro de regímenes como la dieta cetogénica, caracterizada por una reducción drástica del consumo de carbohidratos. Este enfoque busca forzar al cuerpo a utilizar las reservas de grasa como fuente primaria de energía, proceso que induce la producción de cetonas.

El doctor Hashim Islam, profesor adjunto en la Facultad de Ciencias de la Salud y el Ejercicio de la UBCO, así como en el Centro para la Prevención y el Manejo de Enfermedades Crónicas, destaca que tanto el ayuno como las dietas bajas en hidratos pueden aportar beneficios. No obstante, subraya que estos efectos no son uniformes entre quienes padecen obesidad y quienes no.

La investigación, publicada en la revista científica iScience, ha sido liderada por la doctora Helena Neudorf, quien precisa que la finalidad era analizar cómo el ayuno influye en el metabolismo y la inmunidad de manera diferenciada según la complexión corporal. Según la autora principal, el ayuno promueve el cambio del uso de carbohidratos a grasas como fuente de energía, favoreciendo la producción de cetonas. Este proceso puede conllevar una mejora de la salud general, al estimular el sistema inmunológico y reducir la inflamación crónica, un factor clave en múltiples enfermedades.

Durante el estudio, los investigadores expusieron a un grupo de personas con obesidad y a otro de individuos delgados a un ayuno prolongado de 48 horas. A lo largo de este periodo, los participantes entregaron muestras de sangre que permitieron analizar diversos parámetros, entre ellos las hormonas, metabolitos, tasa metabólica, niveles de inflamación y la actividad de los linfocitos T, células del sistema inmunitario que, aunque esenciales para combatir infecciones, también pueden desencadenar procesos inflamatorios crónicos.

Los resultados pusieron de manifiesto que las personas con obesidad mostraban una mayor cantidad de linfocitos T proinflamatorios y mantenían señales inflamatorias activas incluso después del ayuno. Además, en este grupo se observó una menor generación de cetonas y una menor actividad de las reacciones químicas relacionadas con la inmunorregulación, como la interacción entre cetonas y proteínas o aminoácidos.

«También descubrimos que las células inmunitarias de los participantes delgados se adaptaron al ayuno quemando más grasa. Esto no ocurrió en quienes padecían obesidad», explica Neudorf. «En general, su transición hacia un estado antiinflamatorio más equilibrado fue más débil en este grupo en particular».

El doctor Islam concluye que, aunque el ayuno puede ofrecer beneficios terapéuticos, la obesidad parece atenuar sus efectos sobre el metabolismo y el sistema inmune. «Las personas con obesidad pueden responder de forma diferente a un ayuno aislado de dos días en comparación con las personas más delgadas, pero aún no sabemos si esto es beneficioso o perjudicial», señala.

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