Robert Waldinger

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Robert Waldinger, profesor de Harvard: «Nada garantiza la felicidad»

«El motor de una buena vida no es el yo, sino nuestra conexión con los demás». Esta es una de las conclusiones del estudio mundial realizado para intentar responder a la pregunta más importante de todas: ¿Qué nos hace felices?
Los doctores Robert Waldinger y Marc Schulz, han recogido en el bestseller internacional Una buena vida (Ed. Planeta), 84 años de trabajo combinando divulgación científica con las historias personales de los participantes del estudio así como consejos prácticos que cambiarán para siempre nuestra perspectiva sobre la felicidad.
El Dr. Waldinger, psiquiatra en la Harvard Medical School y actual director del estudio, ha visitado Madrid para explicar, en primera persona, las claves para conseguir disfrutar de la vida.
– ¿Cuáles son los principios fundamentales que garantizan un mínimo de felicidad?
– Nada garantiza la felicidad. Un profesor siempre me decía: «La felicidad es un accidente pero podemos construir la vida para hacerla mejor».
Teniendo esto en cuenta podríamos decir que para ser felices necesitamos:
  1. Tener salud: Es importante cuidar la alimentación, realizar ejercicio físico y no consumir aquello que nos pueda perjudicar.
  2. Cuidar la relaciones sociales. No tienen porque ser muchas, pueden ser pocas pero importantes.
  3. Tener las necesidades básicas cubiertas.
– ¿Son más felices aquellas personas que tiene pareja o amigos?
–Es complicado porque depende de lo que necesitamos cada uno. Hay personas introvertidas que no necesitan mucha gente en su vida. Con una o dos buenas relaciones les es suficiente. Para estas personas que huyen de las multitudes supone un estrés estar en medio de mucha gente. Por el contrario, las personas con un carácter extrovertido necesitan rodearse de muchas personas. Por lo tanto depende del temperamento. Cada uno tiene que hacer un esfuerzo por pensar que es lo que necesita en la relaciones sociales.
–¿Sabemos identificar cuándo somos felices?
–Hay momentos en la vida que aparentemente no tenemos problemas, vivimos en un equilibrio y podríamos decir que estamos contentos con nuestra vida, sin embargo no es nada emocionante por eso creo que muchas personas no reconocen que son felices. Tendemos a pensar que es aburrido vivir sin desafíos y por eso no reconocemos la felicidad o, al menos, la ausencia de sufrimiento.
–Aquí entra en juego la gratitud, una de las claves que da para que nuestra relaciones sociales sean exitosas.
–Estamos acostumbrados a prestar demasiada atención a aquellas cosas que no están bien y es muy común despreciar aquello que sí está correctamente. La gratitud es precisamente reconocer y agradecer aquello que me aporta felicidad. Cosas sencillas como tener un techo o comida en la mesa o no tener enfermedades. Cuestiones que normalmente damos por hecho pero que son importantes para poder vivir. Pensar activamente en estas cosas nos hace ser felices.
–¿Por qué hay personas que aún teniéndolo todo no son felices?
–Cuando estudiamos miles de vidas encontramos que el mejor indicador de la felicidad es tener una red social activa.
Es cierto que hay personas que teniendo amigos, pareja, hijos y dinero no son felices pero aquí entran en juego otros factores como sufrir una depresión; el no sentirse realizado o tener el síndrome del impostor. Por lo tanto hay otras causas que entran en la ecuación para no sentirse feliz.
–¿Se puede aprender a ser feliz?
–Si, la psicóloga Sonja Lyubomirsky tiene una buena estadística de cuanto de nuestra felicidad está bajo nuestro control. Ella estima que 50 por ciento está basada en la genética, el 10 por ciento depende de las circunstancias personales en ese momento y el 40 por ciento lo podemos controlar.
–¿Se puede ser feliz relacionándose solamente a través de la redes sociales?
–Esto es algo tan nuevo que todavía no tenemos datos exactos. Sin embargo, existen investigaciones que dicen que cuando conectamos con otras personas a través de Internet el bienestar sube. Cuando consumimos pasivamente el bienestar baja al tiempo que los niveles de depresión y ansiedad aumentan. Este punto es complicado y hay que seguir estudiándolo.
(En el libro los doctores afirman: «El aislamiento [provocado por la pandemia] dejó algo muy claro: una máquina no puede sustituir la presencia física de otro ser humano. No existe un sucedáneo de estar juntos».)
–Cuando vivimos en pareja ¿a mayor felicidad mayor salud física?
–Es cierto que la soledad es un estresor y mantener una buena relación en pareja nos ayuda a regular el estrés. Si no tenemos a nadie con quien descargar lo que sentimos después de un día terrible repercute en nuestro bienestar. Pero no hace falta que sea nuestra pareja, puede ser un amigo o un familiar pero sí que necesitamos hablar con alguien para descargar ese estrés. Sabemos por otras investigaciones que el estrés termina dañando al sistema cardiovascular, afecta a las articulaciones e incide en la diabetes.
–Una de las conclusiones del estudio es que el éxito profesional no te da la felicidad pero la relaciones entre los compañeros si pueden hacerte feliz.
–Sí, hemos comprobado que los éxitos profesionales no nos hacen realmente felices pero tener buenos colegas nos aporta felicidad además nos ayudan a ser mejores en lo que hacemos.
Robert Waldinger

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– ¿Son más felices aquellas personas que han sabido enfrentarse a mayores dificultades?
–La vida nos trae dificultades y desafíos, lo importante es tener los recursos para manejar estos desafíos. Cuando no disponemos de los recursos tenemos un problema y cuando los conseguimos nos volvemos más fuertes.
–¿Cuáles son esos recursos?
–Podríamos resumirlos en tres:
  1. Buenas relaciones sociales con amigos o familias.
  2. Recursos intelectuales.
  3. Recursos económicos.
Aquellas personas con menos recursos tienen más dificultades para encontrar la felicidad.
–Entonces ¿el dinero da la felicidad?
–Sí, pero no es necesario tener muchísimo dinero sino el necesario para tener un nivel básico de seguridad económica. En Estados Unidos se estima en 75.000 dólares anuales.
– ¿Cuándo somos más felices de jóvenes o de mayores?
–Sabemos que el grupo de edad que tiene el índice de soledad más alto es el de entre 16 y 24 años. Son los que se sienten más solos. Por el contrario, somos más felices en la mediana edad, a partir de los 45 años hasta que empezamos a tener los primeros achaques de salud.
– ¿Eran los jóvenes más felices antes que ahora? ¿Por qué cree que están las consultas de los psicólogos colapsadas?
–Es difícil comparar la felicidad entre generaciones porque todo cambia. Desde mi punto de vista los jóvenes que hoy en día van a terapia es porque lo necesitan y seguramente otras generaciones también lo hubieran necesitado pero no iban.
–Aquellas personas que viven en un entorno desestructurado o aquellos niños que han tenido problemas familiares ¿son más propensos a ser infelices?
–Sí, crecer en entornos poco favorables puede causar traumas. El problema no es tanto el trauma en sí sino la creación de expectativas futuras. Esos niños tienden a pensar que el mundo no es un lugar seguro. Al llegar a la edad adulta necesitan encontrar amigos o una pareja fiable para poder cambiar esas expectativas de vida. Pero como niños es muy difícil.
–¿Hay diferencias entre lo que necesita para ser feliz un hombre y una mujer?
Depende de las generaciones. En la primera parte del estudio había muchas amas de casa. Podríamos pensar que vivían vidas aburridas y tristes pero cuando las entrevistaron estaban muy contentas. Creemos que depende de las expectativas de cada uno. Éstas mujeres esperaban ser amas de casa y tener una vida completa como amas de casa. Ahora las mujeres jóvenes no quieren tener esa vida. Sus expectativas son otras.
– ¿Se puede sacar algo bueno de la infelicidad?
Hay sufrimientos de los que no podemos escapar como por ejemplo la guerra, una enfermedad pero hay otro tipo de dolor que sí podemos cambiar. Tenemos que ser conscientes de aquello que nos puede hacer sufrir e intentar cambiarlo. Hay que intentar encontrar un objetivo para alcanzar la felicidad.
  • Robert Waldinger es profesor de Psiquiatría en la Harvard Medical School, director del Centro de Terapia Psicodinámica e Investigación del Hospital General de Massachusetts y director del Harvard Study of Adult Development.
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