ELA

El estudio identifica un nuevo objetivo prometedor para tratar la causa subyacente de la ELAPixabay

Los restos de un antiguo virus pueden ser los responsables de impulsar la ELA

El estudio identifica un nuevo objetivo prometedor para tratar la causa subyacente de la enfermedad mortal

Más de 5.000 personas son diagnosticadas anualmente con ELA (esclerosis lateral amiotrófica), una enfermedad neurodegenerativa mortal que ataca las células nerviosas del cerebro y la médula espinal, lo que les quita gradualmente la capacidad de hablar, moverse, comer y respirar.
Hasta la fecha, solo existen unos pocos medicamentos para retardar moderadamente la progresión de la enfermedad para la que no existe cura. Ahora, investigadores de CU Boulder han identificado un nuevo y sorprendente elemento en la enfermedad: una antigua proteína similar a un virus más conocida, paradójicamente, por su papel esencial en permitir el desarrollo de la placenta. Los hallazgos del estudio han sido publicados en la revista eLife.
Alexandra Whiteley, profesora asistente en el Departamento de Bioquímica y la autora principal explica: «Nuestro trabajo sugiere que cuando esta extraña proteína conocida como PEG10 está presente en altos niveles en el tejido nervioso, cambia el comportamiento celular de manera que contribuye a la ELA» y añade: «Todavía es pronto, pero la esperanza es que esto podría conducir potencialmente a una clase completamente nueva de terapias potenciales para llegar a la causa raíz de esta enfermedad».

El impacto de virus antiguos

En un comunicado la Universidad de Colorado, afirma que cada vez más investigaciones sugieren que aproximadamente la mitad del genoma humano está compuesto por fragmentos de ADN dejados por virus –conocidos como retrovirus– y parásitos similares a virus, conocidos como transposones, que infectaron a nuestros ancestros primates 30-50 hace millones de años. Algunos, como el VIH, son bien conocidos por su capacidad para infectar nuevas células y causar enfermedades.
La investigación de Whiteley es la primera en vincular la proteína similar a un virus con la ELA, y muestra que PEG10 está presente en altos niveles en el tejido de la médula espinal de los pacientes con ELA, donde probablemente interfiere con la maquinaria que permite que las células cerebrales y nerviosas se comuniquen.
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